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Jesús Ruiz...desde Orihuela

El agua de los churumbeles

El agua de los churumbeles

Cuesta abajo, por la canaleta de riego que flanquea el Camino de Madrid, se desliza que se las pela cincuenta litros por segundo de agua cristalina. Va a parar al huerto de limoneros que hay más debajo de la Finca de la Baronesa. No se pierde ni una gota por el camino. Luis, de la partida oriolana del campo de La Matanza, paga 75€ por cada hora de agua que llega a su parcela. Dice que con lo que van a gastar con la desaladora de Torrevieja, tuberías y expropiaciones, hay para conectar el Ebro con el Tajo. Pero mientras él riega sus limones, los políticos cultivan el nacionalregionalismo que acompleja las competencias de un Estado que manda pero no gobierna.

 Cierto es que la cosecha de limones de este año le va a ocasionar pérdidas. El almacenista de la lonja solo paga a diez céntimos el kilo. En cambio su vecino de finca tiene una plantación de alcachofas y se ha recuperado este año con los precios del alcacil. Pero hay un pero. Los buenos precios atraen a los amigos de lo ajeno que esquilman de madrugada los bancales de alcachofa, de uva de mesa o lo que tenga saque, da igual. No tienen costes y lo que venden está limpio de polvo y paja. En fin, el campo, como la política, de una forma u otra da de comer a mucha gente. Así que el agua del Trasvase produce las condiciones necesarias para que coincidan en un camino perdido del campo, buscavidas de elevado coste social. Dígase ladrones de casas, de gasoil de los motores, de amigos furtivos de las alcachofas y de los chatarreros sin fronteras, llamados últimamente recicladores siderúrgicos, que lo mismo encuentran un hierro viejo que una puerta nueva guardando un motor de riego.

Por que esa es otra. No se sabe quien tiene más delito en esta tierra de nadie. Tras un año engordando el limón la naranja, la uva y la alcachofa resulta que con la globalización de mercados, el vecino del pueblo que tiene un almacén de exportación que también es de importación, abarrota el mercado con miles de toneladas de limones comprados a Turquía, Marruecos o Argentina. Y Luis ve como de un día para otro sus limones ya no valen nada al costar menos manipular los traídos de otras tierras en las que el agua no es un problema político para nadie.  Tendrá que regalar lo que pensaba vender a cuarenta céntimos el kilo y tendrá que seguir esperando para poder costearse el riego por goteo que piensa instalar en una caseta con puerta de hierro, que en estos tiempos que corren y al precio que está el metal en el mercado negro, tiene los días contados. 

Por lo tanto, queridos vecinos, ladrones de alcachofas, recicladores metalúrgicos sin escrúpulos y demás espectadores de la agonía del campo, todavía pueden aportar su granito de arena rebuscando aguas arriba hasta las Cortes de Castilla La Mancha. Allí pueden dar las gracias por haber permitido comprarles 10.000 hectómetros cúbicos en treinta años y de paso manifestarle a sus parlamentarios, que ni se les ocurra cerrar el grifo del Trasvase con el nuevo estatuto, que peligra el pan y la Nintendo de los churumbeles por la gloria de mi madre. El que está regando los limoneros y su vecino el del alcachofar que este año ha tenido suerte con los precios, se lo agradecerán aunque tengan que descontar parte de la cosecha siguiente y alguna que otra puerta.

El Casino de Orihuela

El Casino de Orihuela

U n empresario oriolano, ácrata en la intimidad y de segunda opción republicano, me dijo ayer que el Casino Orcelitano está lleno de viejos hartos de ver pasar el tiempo. Que pena de edificio. Con lo que allí se cocía. En Orihuela había varios ateneos en la sociedad oriolana del siglo diecinueve. Desde 1888 han pasado tantos años como sucesos históricos. Llegó el tren a Orihuela que fue como agua de mayo, se hizo la Glorieta y al acabar el siglo perdimos Cuba, Puerto Rico, la isla de Guam y Filipinas. Llegó y se fue Alfonso XIII. El desastre de la Guerra Civil parió la Democracia Orgánica de Franco y bajo el reinado de Juan Carlos I se alumbró la democracia nuestra de cada día. Todos esos vaivenes también lo ha sentido en mayor o menos medida el pueblo de Orihuela y el casino sigue ahí, presidiendo solemnemente la calle Loaces.
En sus salones aún huele a imperio y hasta hace no mucho se reunían el señorío y los terratenientes ilustres, ilustres por la cantidad de tahúllas que poseían, además de otros oriolanos dignos de sus sillones en los que mediante la puesta en escena de los intereses particulares, se trazaban, a grandes rasgos y de tarde en tarde, sus estrategias de futuro tanto políticas como empresariales.
En esas tertulias fue donde se decidió que la futura ciudad de Orihuela siguiese la senda para ser un gran pueblo y creo que lo hemos conseguido sin mucho esfuerzo.
Así que ante la falta de estrategias reales que conseguir, esos pensadores de sillón ya ni van o han pasado a mejor vida. Los años no perdonan. Cada temporada quedan menos mirando a través de los cristales y entre los presentes, se hablan poco o lo tienen todo dicho. No encuentran excusas para entablar batallas dialécticas sobre lo humano y lo divino. También se han perdido los trajines de los bailes de las Fiestas del Azahar en los que se presentaban en sociedad a las mujercitas y la vuelta a los puentes quedan para las procesiones y desfiles callejeros.
Lo que no se ha perdido en el tejido oriolano y lo lastra por el camino eterno es el gusto por los viejos valores, totalmente en contradicción con lo que necesita no ya el Casino de Orihuela sino la propia ciudad que arrastra un complejo de pueblo que no se lo puede quitar de encima aunque vista de etiqueta. No estoy diciendo que salga un espontáneo que lo tire al suelo de madrugada como sucedió con la Casa del Inquisidor previo corte de calles municipal la tarde anterior. No, eso no que va contra la ley. Hace falta una apuesta valiente que tumbe simbólicamente la nostalgia que amera sus salones y nazca un edificio multiusos catalizador de ocio y cultura para todos los públicos en un mismo concepto arquitectónico.
Pero la resistencia es fuerte y la gente no quiere aunque diga que si. Y eso que la sociedad oriolana es distinta a la de hace cien años, pero sigue gustosa de mostrar sus rancios matices, esos que la hacen también universalmente conocida.
Menos mal que la Semana Santa le dará un poco de vidilla al viejo edificio como al abuelo un día de visita. Mientras tanto, de tarde en tarde cuando paso caminando por delante de los hermosos ventanales del Casino, veo tras el cristal la idiosincrasia oriolana, atenta para que todo esté en su sitio, viendo a la gente pasar, como las oportunidades.

Ni agua del Trasvase

Ni agua del Trasvase

El régimen político franquista materializó el plan que engordó el paupérrimo producto interior bruto, ese que si su indicador resultante es negativo hace que dependamos de los subsidios hasta para comer pan. Como no se podía estar peor, lo único que había que hacer es tirar para adelante en lo económico y crear las condiciones necesarias para ello, desatendiendo en el camino obstáculos en los que hay nos encanta estrellarnos. Una muestra de ello es el Trasvase Tajo-Segura al que le auguran ahora dos mil quinientos días de vida. El canal que trae agua del río Tajo hasta la deficiente cuenca del Segura lo quieren cerrar por acuerdos realizados bajo el manto de la coyuntura política. Espero que el Tribunal Constitucional sirva de freno a tal deslealtad y ponga las cosas claras cuando se juegan a alta política ¿Se han vuelto locos estos manchegos? Astérix lo tendría claro. Son maniobras bien pensadas y con resultados a largo plazo según un informe de la prestigiosa agencia española para la seguridad nacional TÍA de Mortadelo y Filemón. El trasvase, aunque materializado hace treinta años, es una realidad que nació en la corriente de pensamiento regeneracionista de principios del siglo XX que en el aspecto económico contemplaba la necesidad de realizar transformaciones del medio hidráulico para elevar la riqueza en las economías de subsistencia. Los primeros proyectos para la obra datan de la Segunda República pero la Guerra Civil enterró bastantes cosas aparte de cadáveres.
Innata es también la maldita manía hispana de andar para atrás como los cangrejos y de esconderse a toda prisa cuando la cosa se pone fea así que lo normal es que nos estrellemos en el fondo de la caverna de lo rápido que nos damos la vuelta cuando la cosa se pone fea. En nuestro tiempo político, cada parlamento regional se ha fabricado su correspondiente proyecto de estatuto con cuñas articuladas de dudosa legitimidad moral, dando pié a recordar que no todo lo posible puede ser legal aunque se vista de camisa parlamentaria. Los grandes partidos se están viendo incapaces de conectar con los problemas reales del país malgastando un precioso tiempo en enderezar los problemas internos de sus estructuras. No reconocen que sólo están pendientes de lo suyo y mira que hacen ruido. Y mientras por Orihuela ya casi está terminada la tubería que traerá agua desalada tres veces más cara e inviable de usar en la agricultura. Es como decir que ya no queda agua de los ríos así que bebérsela del mar. Y lo cierto es que con agua desalada el cultivo en la tierra no es posible al no tener un tejido de agricultores deseosos de tirar sus pocos recursos a bancales salitrosos.
Tenemos la misma tierra para cultivar y crear riqueza que hace cuarenta años pero el agua está en situación de búsqueda y captura. No se sabe a ciencia cierta si una democracia de pegote es la causante de no llevar riqueza a la mayoría de ciudadanos o es la economía débil la que no puede mantener una democracia estable o es la palpable corrupción política la que amenaza el sistema. Lo cierto es que la incertidumbre ayuda poco al progreso y la inseguridad jurídica materializada en un ’te corto el agua’ nunca debería de acampar en una democracia casi consolidada como la nuestra y lo penoso es que se esté trabajando en esa línea. Imbéciles.

Con porras y a lo loco

Con porras y a lo loco

Hay asuntos que requieren uniformidad en el trato y otros, sin embargo, se inclinan por la especialización. La organización Transexualidad Clínica en España ha pedido al Ministerio del Interior la creación de una brigada gay especializada en la intervención e investigación de la violencia contra los homosexuales y transexuales argumentando que ya existe en Holanda. No es mala idea con la cantidad de problemas que sufre el colectivo del arco iris. Para solventarles el problema definitivamente el ministro Rubalcaba tendría que crear una brigada de policías gays con uniforme superguay de ajustado látex negro con inmensos dildos también negros para intervenir en sus problemas cotidianos y escarmentar a aquellos que les hicieran daño. Vamos que siguiendo la corriente de la susodicha organización, crearía esa policía especializada de lo más moderna equipada con la última tecnología del mercado en siliconas para no aporrear mucho y combatir el crimen. Lo de la dignidad lo dejamos.
 
Con tanto ladrón metiéndose en casa ajena habrá que recurrir a esas artes intimidatorias ya que la tradicional presencia policial exclusiva no la creen ya suficiente y la aplicación de la justicia no está resolviendo el problema de la delincuencia según los vecinos de Molins. Esta pedanía ha sufrido como ninguna el efecto yoyó de los vaivenes de los mercados internacionales. No quiero decir que Molins sea caso de estudio de las finanzas. Simplemente se agotó el mercado de casas residenciales. Esas empresas crecieron al ritmo de la economía y han desaparecido también como la espuma cuando los altos precios han desplomado el consumo y la paralización crediticia ha frenado de golpe la demanda dejando miles de casas terminadas sin comprador. Tal paralización ha provocado deudas por un tubo en un sector que tiraba como una mula de labranza de la Balanza de Pagos. Para amargarle un poco más la existencia ahora repuntan los robos violentos en la zona con el consiguiente cabreo vecinal.
Así que Molins es lugar propicio para creer que hay dinero escondido en las losetas. El resultado es que ante tal escenario desolador, un robo con violencia en un punto determinado de la geografía puede hacer saltar las alarmas. No produce el mismo efecto un robo en Molins que en La Zenia.
Los moliseros lo saben y están pidiendo una política de seguridad real que no se circunscriba solo a los límites de su pedanía convocando para ello al Estado Mayor de la cuestión. Y volvemos al principio. Al caso de la petición realizada por el colectivo gay con problemas no mas especiales que la mayoría de la gente para ir pidiendo brigadas especiales.
Las especialidades sin medios sirven para contentar a grupos de presión y ofrecen remedios descafeinados. Lo que necesita Molins no es un efecto consolador de palmadita en la espalda sino que se les tome en serio ante cualquier repunte de sucesos que generan alarma social. Ellos saben que un robo puede suceder en cualquier momento y el riesgo lo asumen.
Así que lo último que se debe decir es que no se puede hacer nada porque más o menos se les está invitando a pedir lo que les corresponde, que no es precisamente la policía especial pertrechada con inmensos dildos para acogotar al que se estremezca. Simplemente quieren eficacia policial. No es mucho.

Cuando el verdugo imparte justicia

Cuando el verdugo imparte justicia

El ser humano necesita a los médicos y los políticos a los politólogos. Cada uno de nosotros envejecemos a velocidades distintas ya que el político suele hundirse con más facilidad en el limbo. Cuando el político enferma y se cree hundido políticamente el que sufre las consecuencias de verdad es el ciudadano, que es en breve irá al médico a que le mande algo. La persona se tomará sus pastillas pero el político nunca reconoce estar enfermo y se hunde cada vez más y más. A veces el diagnostico no es grato y el político que solo piensa en su coste de oportunidad, busca una opinión que le agrade y curanderos de lo suyo los tienen a mansalva. Así que los políticos malos, malos de mediocres no de enfermos, huyen de los politólogos considerándolos intrusos en sus tenderetes. Ya se sabe que en el país de los ciegos el tuerto es el rey, así que la Facultad de Orihuela que imparte entre otra la licenciatura de Ciencias Políticas y de la Administración seguirá ahí arrinconada en las Salesas sin la consideración municipal debida respecto al potencial desperdiciado.

 

¡Jesús, mete más caña que me aburro!, dice mi colega Luis de vez en cuando en la barra del Chipi-Chic blandiendo su tónica. Pero Luis, ya solo me hace falta un guardaespaldas. Cuando me invitaron a escribir en este diario por amor al arte, sabía que el que escribe se proscribe  pero ignoré a los verdugos voluntarios. Tengo una relación tormentosa con estos paparazzi del correveidile, fabricantes de rumores, de hachazo fácil. Las reacciones son de lo más diversas pero les comprendo. Su ejercicio de libertad de expresión está condicionado al visto bueno del líder del grupo. A eso se le llama dependencia en la opinión, propia de lacayos con apariencia de hombres libres pues sus intereses se imponen a la justicia en su mundo de tribunales de honor y cuadrillas de escarmiento.

 

Recuerdo ahora un caso de estudio. Hace dos años se publicó en este diario un artículo en el que se realizó una crítica a la forma de otorgar aparcamientos nominados en las calles para ciertos empleados públicos o minusválidos sospechosos de serlo. La reacción no se hizo esperar. Alguien empezó a mover hilos y se tomó el tema como un asunto personalísimo. Soltó a los verdugos como el que suelta a sus perros y se armó la marimorena por el escrito en el periódico. En cada bandazo que daban atropellaban al que encontraban y encima se escondían.

 

Verdugos impartiendo justicia, pensé más tarde. Curioso. Además, estos elementos creerían igual de jactancioso y arrogante no ya solo escribir una columna relacionada con Orihuela sino ver mi nombre en el papel saludando con un cortés buenos días, sin más. El verdugo aplicaría la misma pena. ¿Será por que me atrevo a opinar de política, políticos y políticas públicas? No, no es eso. Les he generado una inercia negativa igual a la que siente el esclavo cuando pierde al amo. Esa clase de persona no tiene cura aunque la vea el mejor comecocos del mundo, así que habrá que aprender a vivir con estos tipos acechando en cualquier esquina.

 

Me consuelo al saber que quien no comprende una frase tampoco comprenderá una larga explicación así que aunque señale al cielo ellos seguirán mirando al dedo. Gracias a eso he aprendido una cosa muy importante. Sobran médicos y sobre todo politólogos para esta clase de enfermos tan sinvergüenzas. y Luis dice ,¡mete más caña, que me aburro!

Mercado Medieval de Orihuela

Mercado Medieval de Orihuela

La música te llevaba. Solo faltaban abrir las cancelas de los palacios para transportarse a la Orihuela Foral. Los oriolanos y visitantes que han disfrutado del Mercado Medievall han comprobado que nuestro Casco Antiguo tiene un potencial aún no explotado suficientemente. Un foco de atracción de visitantes y potenciales compradores que no es posible aglutinar en otras ciudades cercanas. Hay que tener en cuenta que el comprador se hace, no nace. Es necesario establecer esta diferencia para saber que acostumbrar a la gente a que visite la ciudad es cuestión de tiempo y constancia.

Orihuela tiene la historia, el entorno callejero y la facultad innata de generar el atractivo suficiente para hacerse con esa firma de calidad que otorga la gente que la disfruta. Eso se ve solo con el gentío que ha paseado las calles del casco antiguo disfrutando de una representacion de las antíguos mercados y ferias que se desarrollaban de igual manera por las dos calles de la margen izquierda del río Segura. Ya va siendo hora de saber explotar y exportar lo que puede convertirse en una parte más de sus signos de identidad históricos arropados con el olor a cuero y hierro. Espero que el año próximo se abran las cancelas de los palacios oriolanos para darle vida a esos viejos edificios. La gente y la música se han ido a otra parte, la fiesta ha terminado. Y cómo no, el día después saldrán a la palestra las obligadas críticas del evento por lo aparatoso que será el asunto para las arcas municipales, pero, amigos míos, ese es otro cantar para juglares y escribanos.

¿Sindicalismo en venta?

¿Sindicalismo en venta?

La razón de existir del sindicalismo se está aburguesando. Ahora los trabajadores se tienen que poner en guardia también mirando al corporativismo sindical. Esta sociedad que conocemos no hubiese sido tan justa en determinados aspectos sin el esfuerzo y trabajo de los trabajadores asociados en sindicatos; su cometido es actuar como un freno a los abusos del poder instituido. Todos parecen querer jugar al juego del poder político. Para una vez que hay excusas sociales de sobra para gritar a los cuatro vientos eso de que paren el mundo, que yo me bajo, da la sensación que aquí nada está pasando.
En tiempo de crisis la gente ha salido a la calle a reventarla, es lo único que les queda. Los sindicatos unas veces han conducido la protesta y otras simplemente se la han adjudicado. La histórica acción sindical para defender los intereses del empleado frente al empleador se desvanece como el humo y está sufriendo un periodo de reconversión. Perece que la teoría de los tres poderes de la que les hablaba el otro día va sumando integrantes. Los sindicatos tienen mucho poder movilizador y eso lo sabe el Gobierno. Al político le cuesta poco saber las intenciones privadas del sindicalista de altura que por lo corriente son de altas prestaciones.
Dependiendo de la escala a la que se esté hablando, los deseos privados del representante sindical van desde el disfrute de reconocimiento de sus compañeros por los objetivos conseguidos a simplemente subirse al tren a ver lo que se le puede sacar al maquinista.
Donde más inyecciones de utopía se deben de inocular es en el del pensamiento sindical al tender a la corrupción de sus fines con asiduidad distrayendo el por qué y para quién se está trabajando. Al sindicalista prostituido, ese que es capaz de vender a su madre, cualquier razón es buena para usar al sindicato de trampolín porque sabe bien que la gente con buenos principios por lo general, no quiere líos y prefiere trabajar y tragar polvo que ajustarle las cuentas al conocer la cuenta de resultados.
Al sindicalista con aspiraciones políticas le basta con trajinarse las aperturas de puertas por donde tiene intenciones de entrar. El político lo sabe y ambos flirtean y se sonríen. Pero lo evidente es ahora preguntarse: ¿Donde coño están los sindicatos ante la ruina que se avecina?
Cuando los franceses revolucionarios perseguían las primeras trazas de las libertades que ahora malvendemos, no sabían si esa temprana mañana del mil ochocientos iban a morir o triunfar a manos de una trifulca con las tropas del orden. Hoy en día casi nadie se mueve si no ve un claro beneficio, lo que lleva a mucha gente a pensar por norma general que el sindicalista, como buen empresario, busca maximizar su propio beneficio.
Por lo tanto, en este inicial periodo de decadencia socioeconómica y crisis de argumentos válidos, me pregunto, sindicatos, ¿dónde estáis? Sindicalistas, ¿qué hacéis? Visto lo visto, da la sensación que Zapatero se ha reconvertido a sindicalista y los sindicatos sueñan con ser gobierno. En fin, lo que les decía, el mundo al revés.

Un café y el trago del pagaré

Un café y el trago del pagaré

Ponme un café que te firmo enseguida un pagaré!. A este paso y con tanto papel, el propietario de la cafetera va a tener que hacerse un ERE vista la poca capacidad crediticia de sus clientes. Encima está afiliado al régimen especial de trabajadores autónomos por lo que sus expectativas de supervivencia en el sistema son mínimas y las ayudas del gobierno no llegarán ni a salpicarle.
Un día antes de cerrar su bar, el tabernero escuchó un programa de televisión en el que unos ilustrados contertulios discutían sobre la responsabilidad de la crisis económica. Que si la culpa es del pepé que no empuja del carro o la culpa es del pesoe que como mal hombre del tiempo pronosticó días de vino y rosas.
El tabernero, que no entiende de índices macroeconómicos ni de artefactos financieros, apagó la tele, echó la persiana, comenzó a andar y a darle vueltas a la cabeza llegando a la temprana conclusión de que la culpa no es sólo del político de turno o de un gobierno determinado.
No nos hemos enterado que estamos metidos en una crisis que aún no ha manifestado todas sus posibilidades. Parece como una noticia de la tele y sin embargo está tocando ya casi todas las puertas.
De momento la gran teta de las prestaciones y subsidios mantiene la ilusión por un futuro mejor. El sistema está fallando y lo que realmente peligra es el propio concepto de Estado de Bienestar, ese sistema que nos protege, nos acurruca y nos lame las heridas cuando el asunto sale mal.
Nos hemos acostumbrado a menospreciar la responsabilidad de nuestros actos y nos equivocamos cuando trasladamos la culpa al Gobierno al sentir los efectos de esta crisis.
Zapatero Presidente no es santo de mi devoción aunque parezca como iluminado por Zurbarán, pero al quejarnos deberíamos empezar por recordar la alegría con la que cogíamos el fruto prohibido en las entidades de crédito, a las que entrabas a poner la cartilla al día y la pregunta que te hacían era: «¿cuantos millones quieres?». Así de alegres y cantarines salíamos del banco con unos cuantos cientos de miles de euros mas para quemar y unos compromisos para los que no estábamos preparados. Así que si nos paramos a pensar como el tabernero y llegamos a la conclusión de que el festín ha terminado y la ilusión se ha esfumado, lo último que debemos hacer es dar otra vuelta de tuerca.
Estamos a un paso de exigirle al Gobierno que se haga cargo de nuestros compromisos, de nuestras deudas, de nuestros gastos personales, en definitiva, de nuestra vida. Entraríamos de lleno en un sistema completamente planificado. Eso es el comunismo en su estado puro, tan duro como un látigo para la democracia liberal.
Debemos dejar de lamentarnos, comenzar a trabajar y pensar que para salir de esto sólo hay un truco: la maldita austeridad. Y pensar que si perdemos algo en el camino es por que realmente no era nuestro.
Por que si seguimos así, en un futuro no muy lejano pueden llegar a planificarnos desde el Gobierno los hijos que debemos tener y a quien hay que votar, para el bien del Estado, por supuesto. Sea libre hombre y abandone su propio muro de lamentaciones.

Diputaciones en la UCI

Diputaciones en la UCI

Hay quien aboga por la desaparición de las diputaciones como ente provincial y yo no estoy de acuerdo y lo digo con los argumentos siguientes. La historia está viva, es cambiante aunque desde hace pocos años se le proyecta gubernamentalmente unidireccionalidad ideológica al historiador. Es como decir eso de que aquí se piensa como me da la gana. Ahora se están revisando los últimos doscientos años con la manivela ideológica de turno. El siglo diecinueve fue un desastre para el imperio español inmerso continuamente en guerras y trifulcas internacionales. Desde lo de Trafalgar se acabó el chollo de potencia mundial. Una flota de franceses con mandos incompetentes llevó a la ruina a lo que nos quedaba a flote. Nos quedamos sin flota, con las manos vacías y empezamos a meternos el rabo entre las piernas. La constante involución política española se nutrió a base de más de un siglo de berrinches, exilios, alzamientos, regencias, levantamientos carlistas, constitucionalismo variado, parlamentarismo pretoriano, repúblicas fallidas, cantonalismo, federalismo incipiente y un cacao revolucionario que desembocó en un episodio de violencia política extrema que aún colea entre las piernas.

 

Pero toda esta viruta que nos podíamos haber ahorrado no ha podido con las Diputaciones, las mismas que ayudaron a la consolidación del régimen constitucional. Son una creación legislativa de Las Cortes de Cádiz que trascendió en las actuales provincias y regiones históricas convertidas ahora en autonomías gracias al trabajo del Secretario de Estado Javier de Burgos en 1833 tras la muerte de Fernando VII. Este Borbón, al igual que una gran vela, se hinchaba hacia donde soplaba el viento e hizo todo lo que estuvo en su mano para malograr los avances de la Pepa. Igual iba por la moderna senda constitucional que se descarriaba en los coletazos del absolutismo hispánico.

 

En Alicante tenemos otro rey, no es un Borbón aunque se preste para retrato a caballo con el Teatro Circo al fondo. Soplan vientos ripollistas en la Vega Baja mezclados con un frente de rachas campistas. El mapa de las ayudas y subvenciones a los municipios es cambiante. Igual que te lo podría dar te lo puedo quitar. El viento es caprichoso. Solo tienen que dar un tachón a determinada partida y adjudicarla a otro menester. Ya era hora que Orihuela ganase algo con tanto que lleva perdido aunque solo sea aire para empujar la vela de Ripoll. Para la historia política local siempre quedará en el ambiente que se le ganó la batalla a Camps. Alicante se escinde desde Orihuela en aires cantonales así que pueden pasar dos cosas. Que el efecto Ripoll perdure y madure amerándose en el Partido Popular valenciano y se proyecte en el más allá o que se desinfle como una mera ilusión bajo carpa que se fraguó en el teatro oriolano.

 

Hay quien dice que las Diputaciones podrían desaparecer pues ya están las Comunidades Autónomas como exponente descentralizador del Estado. Todo es cuestión de hablarlo previa justificación de la necesidad o capricho de la afirmación desvinculando política y administración. Las diputaciones dinamizan la provincia prestando servicios a los ayuntamientos con menos recursos. Sustituirlas por las Comarcas puede complicar aún más el espectro político administrativo territorial. Las diputaciones no sobran. Son necesarias y lo serán si se abandona el actual espíritu competitivo y abogan por la cooperación, que entre otras cosas, por eso nacieron. Las diputaciones no están enfermas, son ya demasiado viejas. Jesús Ruiz

 

 

¿Justicia injusta?

¿Justicia injusta?

Menudo jaleo hay ahora entre jueces magistrados y Gobierno ¿Saben ustedes el motivo por el que la Justicia siempre es una promesa electoral? La misma pregunta me hago con la chulería parlamentaria que se traen con la seguridad pública. Por lo tanto tenemos dos eternas promesas que se lanzarán desde los atriles en los mítines. Haremos más juzgados, meteremos más jueces y pondremos más policías en las calles, como rosquillas. Pasan los años sin resolver. Una Justicia lenta y excesivamente ceremoniosa produce efectos como el de Mari Luz, mete en la cárcel a desgraciados y deja fuera a mal nacidos.
Entiendo bastantes cosas cuando entro a una oficina judicial y veo expedientes a la altura de las papeleras. El Estado de Derecho se caracteriza por disponer de una efectiva separación de poderes o eso es lo nos queda de Montesquieu. Pero las cosas allá en las alturas tienden a mezclarse. Una cosa es un juez que imparte justicia dictando sentencias y otra es la oficina judicial que es el conjunto de medios que rodean al juez en el desarrollo de su trabajo. Como somos como somos vamos al juzgado porque el vecino me mira mal así que los procedimientos suben exponencialmente. Las dotaciones se ajustan al presupuesto confeccionado por el Ejecutivo y aprobado en el Parlamento.
La modernidad no viste de toga y mira que la Justicia grita formar parte de las modernas redes de información. Sin embargo, la modernización ha llegado de verdad a la Agencia Tributaria, tan necesaria como el oxígeno para el Estado pues nutre al todopoderoso Ejecutivo al encargarse de los impuestos. Este organismo tributario tiene los mejores ordenadores del país. Ya se que la justicia es ciega pero en esta partida, el ministro Bermejo, no sabe poner cara de póquer para mandar a los jueces a seguir descornándose al juzgado. El conflicto tiene canas. La Transición no llegó al Tercer Poder y encima el Gobierno sigue jugando con la demagogia tirando a Tirado a la leonera de la opinión pública.
La Justicia es lenta ¿Se imagina que le devuelva Hacienda su dinero a los dos años? Sin embargo, pocos se sonrojan cuando la Justicia resuelve temas sencillos a los dos años o a los doce si es que tienen cuajo de subir al Constitucional. Eso no es justicia, es un chiste. Navegamos en una democracia eternamente interina de la que nunca se sabe cuando aprobará plaza fija en el seno de la sociedad. Al igual que sobran policías interinos en el mundo local lo mismo digo de jueces sustitutos. Los jueces no deben dar marcha atrás. Su ventana de oportunidad se ha abierto y va siendo hora que llegue la Transición nunca llevada a cabo en Justicia. Lo malo es que cuando en las alturas luchan los elefantes el que sufre es el ciudadano, que ostenta la soberanía y del que precisamente emanan todos los poderes del Estado. Como dijo Rousseau, nacemos libres pero estamos encadenados, así que cuando esté en un atasco acuérdese del atasco judicial que a este paso, tiene pinta de ser eterno.

Las diez puertas

Las diez puertas

No sólo hay murallas cuando un muro encierra una ciudad. Hay otras formas de esconder y hacer inaccesible una población al intruso, al enemigo o al visitante. Orihuela conservaba allá por el mil seiscientos dos murallas, una en la zona meridional y otra en la oriental. El crecimiento urbano a intramuros difuminaba los pliegos de muralla. Además, los que construían sus casas junto a ella abrían portillos para pasar de un lado a otro constituyéndose con el paso de los años en pasos y travesías de una calle a otra cerrándose solamente en epidemias o guerras. Con el tiempo desapareció la muralla con sus puertas y barbacanas. Orihuela dejaba de ser medieval, no así ciudad abierta.
De las diez puertas que tenían las murallas de la ciudad sólo podemos contemplar la Puerta de Callosa, llamada también Arco de Santo Domingo. Esta puerta ha cumplido muchos años y ha visto pasar muchas gentes y acontecimientos históricos. Pasar por debajo del arco de piedra con el seiscientos color verde azufre de mi padre era un lujo y no me daba cuenta. Cuando íbamos a la Parroquia de los Desamparados a ver a mi abuela salíamos del Camino Viejo atravesando el arco y nos metíamos en la ciudad vieja a lo largo de la sinuosa calle de la Feria para atravesar el río por el Puente Viejo donde estuvo la Puerta del Puente que albergaba la Sala del Consell. Poco mas adelante en la zona de la Mancebería o Putería, se hallaba la Puerta de Bordell que cerraba la ciudad por el suroeste.
Si hubo política urbanística en la ciudad en aquellos años ¿cómo se trazaron los espacios urbanos, plazas y callejonería de sus barrios? ¿Había intereses especulativos? La respuesta es si. Donde hay dinero, hay poder y donde hay poder y política con dinero hay intereses y donde hay intereses y política ya se sabe. El resultado de esos intereses es la planimetría resultante en los nuevos barrios y espacios de Orihuela ya que se empezaban a asentar no ya por su profesión sino por su estatus social y prestigio. ¿Tenían los del siglo XVI un plan general de ordenación urbana? No, no lo tenían. Nosotros tampoco parece que lo tenemos. Si realmente hay una política urbanística está demostrado que las líneas rectas, las calles, las aceras y las rotondas pueden ser cualquier cosa. Las aceras son especiales para equilibristas y las rotondas estampándolas en cualquier sitio, o se tornan graciosas por lo resbaladizas, o las inyectamos junto a una ventana de un dúplex como la del Camino Viejo de Callosa, que mas parece una paellera olvidada.
Por cierto, ahora no se puede salir con el coche a la ciudad por el Camino Viejo de Callosa, el mismo que usaba Miguel Hernández con sus cabras. Para salir del histórico camino al Arco de Santo Domingo hay que callejonear hasta el palmeral. El ordenamiento del tráfico en determinados puntos es preocupante para los tiempos que corren, con rodeos estúpidos como si estuviésemos frente a una muralla. Da la impresión que Orihuela aún es una ciudad cerrada, llena de trastos, obstáculos, aceras para equilibristas con modernos callejones producto de un urbanismo desparramado a socaire de eternos intereses, como eterna se creía la muralla de las diez puertas. Quien tuvo retuvo, se dice.

Alambre de espino

Alambre de espino

Hasta este momento todo era normal. La normalidad se suele desechar porque tiene tinte de aburrida monotonía. La indolencia regala sorpresas. La monotonía aplasta la iniciativa, la adormece. El espejo en el que te miras refleja aburrimiento. El mismo que ancla el estado de alerta. Esa alerta que fluye de dentro. Espontánea. Necesaria. Por eso jadeas. No respondes a instintos perdidos ni oyes las alertas. Te has convertido en un experto en asuntos accesorios. En cosas mundanas. Oscuras. Buscaste el sentido a la desidia. La mentira la convertiste en posibilidad. A la traición la nombraste honoris causa. Allá tú y tu estercolero de miedos. Ya no arrasas con el que se ponga en tu camino. Por eso te miran así. Tu mirada te delata. Se sienten sorprendidos con tu sorpresa. O a lo mejor no. Simplemente observan. Quizás has recibido lo tuyo. Lo que te corresponde.
Descubres que también eres vulnerable. La apariencia de invicto la protegías con la distancia. Ahora estas desnudo, ante todos. Eres persona. No sirve ya esconderse tras perros guardianes. Esos que destrozan con furia al que crees que se pone en tu camino. Obedientes, leales a ellos mismos, sanguinarios. Fieles súbditos de voluntades ajenas. Mercenarios con miras en la recompensa. No te preocupes por eso. Tienes en que preocuparte. Has mordido el alambre. Ese que tú colocaste. Ese mismo alambre termina atrapando como la seda al que lo escampa. Y no se suelta. Se agarra bien. Sientes como rompe la carne y se mete adentro. Se clava en el alma y enroca en hueso. Ahora eres pasto de la voluntad ajena. Esa que dominabas.
Por eso, confiado, mordiste con fuerza y probaste la fuerza. Te creías invulnerable hasta que, de pronto, ¡zas!, sentías tu cuerpo. Uno más. Uno cualquiera, como todos. Un ser humano de carne y hueso que siente sus entrañas. Te duele. Tus demonios pierden la posibilidad de seguir adorándote y se buscan la vida con otro como tú. Maldices tu suerte. Ya eres persona. Una más. No sabes qué hacer para deshacerte de esa fuerza inmóvil que responde a tu morder. Tus manos se dejan ver y no son limpias así que déjate llevar y desprecia la incompetencia que padeces. Despreciar es ganar aprecio y tiempo. Ese que no tienes

Nunca es tarde

Nunca es tarde

Se han retirado las carpas el Teatro Circo. El silencio ha vuelto a la plaza. Las personalidades han vuelto a sus lares y todo el tenderete electoral pasó. Nos queda una semana de tiempo para la manifestación del domingo 21. La manifestación es para que el Ministerio de Fomento cambie las formas del trazado ya licitado del AVE por la ciudad de Orihuela. Si. He dicho licitado que es uno de los últimos plazos para meter las máquinas. No han realizado movimiento movilizador hasta que le hemos visto la boca al lobo. El equipo de gobierno ha fallado en este asunto. No ha estado a la altura como tampoco ha estado a la altura el resto de la corporación e instituciones de la "sociedad oriolana". Pensaban, a lo mejor, que seguirle el juego a la asociación Orihuela Sin Murallas era perder poder o legitimidad cuando solamente canalizan la necesidad pública de enfrentar unas infraestructuras que no respetan ni la huerta ni la ciudad. Pero lo cierto es que nunca es tarde y mas si van muchos a la manifestación y se llenan páginas de prensa. Así que ya saben oriolanos lo que nos toca. Es por nosotros y nuestra credibilidad como ciudadanos la apostamos el domingo.

El último de infantería

El último de infantería

Callejear con el coche desde Ociopía al centro urbano se asemeja al vía crucis de Viernes Santo. He escogido un itinerario distinto para llegar a casa. No quiero tragarme la cola de antes de ayer. Pero otra vez me he metido en la trampa. Como de costumbre, colapsado. Si pretendía esquivar la kilométrica cola del Palmeral me he encontrado ahora a la altura del Museo San Juan de Dios con la cola de la cola. Los coches parados. Seguro que esta tarde hay retención hasta en la cuesta del Seminario. Al rato andamos y volvemos a parar. Parece que estamos encima de una cadena de montaje siendo la atracción ver pasar la calles y la gente. Más aún cuando desde el Puente Viejo se divisa a lo lejos el brazo extendido de una grúa con canasto con luces de discoteca. No, no es un baile de reinonas con plumas de gallina loca ni son las máquinas de la guerra de los mundos. Son los de las guirnaldas de navidad instalando sus luces para el encendido oficial. Aquí cada uno va a lo suyo. Si en esta ciudad se pensase con la cabeza, estos chicos trabajarían de noche para no incordiar y todos estaríamos más seguros. Se han instalado donde mejor realizan su trabajo entrando en conflicto con la fluidez del tráfico y la paciencia de los conductores.
Pero es posible que esté en un error ya que la cola se perdía por la Glorieta. Supe en quince minutos la causa de la retención. A lo lejos, junto a un semáforo que hacía su trabajo cambiando los colores había un coche en generosa segunda fila. Seguro que el conductor tenía asuntos importantísimos los cuales sin más no podían esperar. El resto, aguantamos en la fila, lenta como la de la procesión de Martes Santo. No estoy en la cola por gusto o porque tengo ganas de pasear sobre ruedas por el centro urbano. La carencia de circunvalaciones en Orihuela forma este carrusel circulatorio a diario. La ciudad está dotada de pedazos de grandes calles que acaban en callejones y giros imposibles parecidos a los del tablero de Play Mobil o a los parques infantiles de tráfico. Creo que los del Google Earth están observándonos para entender las relaciones lógicas de nuestra trama urbana y aplicarlas a ciudadelas sin orden como las favelas cariocas.
Pero no por mucho estudiar se llega a casa más temprano así que allí estuve, en la calle José Antonio formando parte de la procesión involuntaria. De pronto un tímido pito desencadena una pitada tremenda. Una explosión de rabia. Una berrea callejera. Un verdadero concierto sin director en el que el sonido se vuelve estruendo. De pronto y sin explicación se amaga el escándalo. Desconozco el motivo hasta que veo al policía Enrique andando hacia el problema. Allá va, a resolver. Es de infantería. No quiere trinchera, ni falta que le hace. Le está recordando las normas básicas de conducta al de la segunda fila con tal convicción, que ni Arnaldo Otegui replicaría la papeleta. Se restaura la fluidez de forma engañosa. Otro atasco, ahora en la Barrera. Otra vez el de antes en generosa segunda fila. Segunda berrea callejera con un Do mayor de camión acompasando la sonora pitada. De pronto, silencio. Allá va. Es Enrique. El último guardia de los de infantería. Ahora si.

El taxista de Madriz y la mosca del vinagre

Estoy en tierra de nadie, en Madrid, y tengo las mismas ganas de llegar a Alicante que cuando salí. El rodaje en pista fue eterno y la maleta tardó demasiado en salir por la cinta de la terminal. Salgo por una puerta de Barajas bufando como un toro por perder el vuelo chollo de Internet de cincuenta y pocos euretes que me hubiese llevado al Altet en un santiamén. El resto de aviones llenos, así que toca tren hasta Alicante. No tengo ganas de arrastrarme por más ventanillas. A partir de aquí empieza el día de verdad y lo malo es que no será el último imprevisto viéndole la cara al taxista del Skoda que espera apoyado en el maletero como un vaquero del salvaje oeste.
Estoy cansado, no tengo ganas de tonterías, que me las veo venir en los dos metros que faltan para llegar a su altura. Saludo con sonrisa de escenario por lo de la educación cortesía relaciones humanas y todo eso sin inmutarse.
Me desconcierto aún más cuando ordeno el equipaje en el maletero, faena que hacen ellos normalmente. Es el momento de decir el destino al cochero. En este momento tengo un problema, no me acuerdo del nombre de la estación de trenes donde salen para Alicante y con toda naturalidad o ingenuidad, según se mire, le digo al castizo desde el asiento trasero que me lleve donde salen los trenes para Alicante. A los diez metros de carrera responde desairado que no sabe de donde salen los de Alicante, así que aclarando destino que Madriz es muy grande, con gerundio y todo. No estoy en situación de sortear a este cretino. Me entran unas ganas locas de irme del Skoda para evitar herirle en sus sentimientos por una mala palabra o un copón de película. Le digo que un taxista conoce la ciudad a la perfección, respondiéndome con educación navajera que el que tiene que ir a Alicante era yo. La cosa se pone a mil. Oigo mis nudillos. Puede ser que tenga razón este imbécil así que me relajo observándolo desde atrás.
Desde su sillón, conduce sin prisa, a lo pachón, con una mano en los huevos y la otra en el volante, lamiendo un palillo a lo John Wayne de esos que duran toda la película y con aspecto de taxista de Marrakech, que puestos a comparar, este es único. No quiero zanjar el tema a lo salvaje oeste por un currante que siquiera aceptaría una explicación razonada así que he decidido y eso sí que lo puedo decidir yo, que la carrera terminará en el próximo semáforo.
Prefiero ir andando a ser conducido por este elemento que está sacando lo peor de mis entrañas. De pronto nos adelanta una camioneta de reparto con el nombre de la controversia en el lateral y le digo como si no hubiese pasado nada que me acercase a la estación de trenes de Chamartín de Madriz que desde allí salen los de Alicante, Hendaya y París.
¡Madre mía! Está llena de gente, de maletas, de colas en ventanilla, total, que no hay billete para Alicante ni en el borreguero y hablando de borregos el taxista de Barajas me ha recordado que las moscas del vinagre son quizás más útiles para la sociedad. La NASA lo sabe y lleva gastado un montón de pasta en el estudio de esos mosquitos. ¡Qué se le va a hacer! Hay especies de seres vivos que ya nos van poniendo el intermitente. El taxista no merecía propina.

Obama no es Kennedy, amigo

Obama no es Kennedy, amigo

 

Ni a puñetazos metemos a Obama y Zapatero en la misma caja. Es como hermanar un renacuajo con un pez payaso. No hay color ni por analogía. La victoria del futuro titular de la Casa Blanca se ha recibido en Moncloa como agua de Mayo. Por algo será que Zapatero necesita amigos influyentes porque los colegas de su primer viaje, le pueden soltar en cualquier momento un calvotazo de esos que marean. La errática política exterior española es causa de sorna en los despachos de Washington, y que un hijo de Osama bin Laden nos pida asilo político tras los atentados de Madrid causa el mismo estupor que el compadreo que soportamos con Hugo, Evo, Castro el moribundo y cualquier otro poste que sirva para alinearse confederadamente con radicales frente a los norteamericanos. Demasiados giros en este baile.

Tambien la forma que tenemos de entender nuestra democracia desconcierta en circulos internacionales. Hemos pasado de ser un pais ejemplar en lo que a regeneración democrática se refiere a ser ejemplo a no seguir, sobre todo para los estadounidenses de mano en pecho y bandera estrellada que no se cuestionan la protohistoria. No se si será por el peso de la ideología o la necesidad de energía nuestro alineamiento con países inestables de democracia plumífera. De Bolivia y Venezuela lo que podemos pescar es un resfriado político espantoso. Ahora solo falta que el peruano Alan García, el ecuatoriano Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez enderecen su discurso populista hacia un contencioso histórico contra los españoles por expoliar su oro. Toma ya multirateralidad.

Sin embargo, si la cuestión imperante en la toma de decisiones estratégicas desde Moncloa, es la endémica dependencia energética que no ideológica, el cinismo está servido en nuestra jóven democracia asociacionista con la misma capacidad movilizadora que el rumor de un prejuicio. Oí hace años la promesa de cerrar las centrales nucleares. Menos mal que el asunto está parado pues antes como ahora, dependemos de la importación de electricidad de las nucleares francesas y del gas del Magreb, así que no solo de molinos de viento y placas solares vive mi estufa. Nos tienen acogotaos hasta en la factura electrica que se dispara aún con el demócrata de Chicago exalando concordia.

Como iba diciendo, a Barak Obama le salen amigos por todos lados por lo bien que sabe tocar la flauta. Hay ansia de cambio sin esfuerzo. Infelices. Pasmaos se van a quedar en Moncloa si las cosas se ponen feas en el escenario internacional y el Kennedy negro, politólogo con mucha calle antes que abogado, necesite tropas armadas de sus  aduladores, pertrechadas con balas de verdad y betadine para frenar los avisperos sírios afganos e iraníes. Seguro estoy del giro copernicano de Zapatero, tan malabar como el que lució Felipe Gonzalez con el asunto de la OTAN. Así que con tanta tele y tontería rosa me dice mi padre, que no es comerciante sino productor, que hay que llevar cuidado con las amistades, que Aznar se apegó al tejano George Walker Bush y mira si se lió gorda en las calles, que ni los limones de su huerto oriolano los querían en Cataluña. La leche que nos dieron.

Jesus Ruiz.

Alcaldes hijos y demás familia

Alcaldes hijos y demás familia

Mira que se preocuparon los griegos por el cómo llevar la política a buen puerto. Pero ni Platón ni Cicerón ni Guillermo de Occan ni Hobbes ni Tocqueville ni nadie de los que han quemado sus cerebros por pensar en la mejor manera de entendernos en política pueden con estos concejales y alcaldes de la Vega Baja paridos de no se que orza mágica.

 

Hemos llevado unos días moviditos con políticos detenidos, fútbol y cementerios. Con tanta democracia deambulando por la Vega Baja, algunos munícipes se han pasado con el mandato electoral y se han embriagado de tanto usarla y mira si es, que se han pasado tres pueblos en San Fulgencio y por sorpresa también en el feudo de Bigastro. Llevo dos años y pico argumentando de mil maneras posibles lo que es la política. Mira que lo he dicho veces con títulos atrayentes y con contenidos para todas las entendederas. Será que pasan directamente al horóscopo. Ya veo que todo quisque apoya a su marqués. Da igual ocho que ochenta. Meten en el mismo saco, un número primo que un tricornio, confunden un ayuntamiento con un Servef y ni sus expertos consultores dan abasto con tanta pifia.

 

La sorpresa por las detenciones señala sin compasión al sur de Alicante como esa pequeña Sicilia que compadrea a la Justicia de tal forma que parece que no se puede meter mano al farragoso mejunje de corruptelas municipales sustentadas con papel electoral. No me hace ninguna gracia ir a Callosa d’en Sarrià o a Valencia y descubrir que no se conoce la comarca por su historia y playas sino por la forma en la que aquí acampan sinvergüenzas de alto standing. Será por la fértil tierra de la vega.

 

No entraré a realizar una crítica si me parece bien o mal que detengan a la Alcalde de San Fulgencio Trinidad Martínez con su jefe de policía o al Alcalde de Bigastro Joaquín Moya junto a su Secretario venido a menos desde que salió de Redován. Yo soy de los de encuadre simple para estas cosas complicadas. Si el diccionario dice que delincuente es el que delinque y en política se pierde la legitimidad cuando se cometen actos de tal hechura, no hace falta esperar a la eterna sentencia judicial. Tienen que abandonar sin esperar a las urnas o al placet del partido. Eso quiere decir que su época ya pasó y la ilusión por dirigir los designios ciudadanos se quemaron con tantos años en la alcaldía y mociones de censura alrededor.

Si es que a veces dirigir el cotarro no es tan complicado. Así que, ni las juezas se han vuelto locas con las escobas ni estos primos vestidos de El Lute para Halloween se han dejado pillar tan fácil. Es sencillo. Alguien está haciendo su trabajo como dios manda, que es un decir, y no precisamente los detenidos que estarán pensando que todo este follón de octubre obedece a una caza de brujas orquestada por una insurgencia judicial de primer nivel y que incluso Zapatero y Rajoy están detrás de la movida Alicantina. Ellos no, seguro, pero quizás que tras el rastrillo esté el Estado de Derecho con el capazo abierto recogiendo cadáveres políticos, en el día de los difuntos.

(30/10/2008)

 

 

A dos velas

A dos velas

La gota fría tiene mala fama allá por donde dice que se va a dar una vuelta. Los del Caribe tienen sus huracanes, los del mar del Japón los tifones y nosotros tenemos aguaceros traicioneros de esos que crecen calle abajo porque no se que pasa que siempre se les olvida a los expertos prever colectores de pluviales e imbornales en los sitios que hacen falta y mira que deben ser listos los arquitectos con todo lo que han estudiado para que luego venga un menda y le diga que eso no hace falta. El sábado pasado esperábamos en Orihuela abundantes lluvias. Cayeron algunas cortinas de agua que hacían creer lo peor como en el Rabaloche en aquella tarde que la lluvia limpió con alevosía los barrancos de la sierra sin preguntar si molestaba o no llevando los escombros a las zonas bajas. Menos mal que no se repitió pero de repente y sin avisar, porque esas cosas llegan sin más, coincidió la tormenta de rayos con un corte del suministro eléctrico que duró unas dos horas y lo dejó todo a oscuras.

 

De pronto y al ser de noche, la familia se congregó en  el salón de casa y nos preguntábamos ¿Qué hacemos? Lo lógico en estos casos es echarle la culpa al concejal de electricidad pero resulta que en esta legislatura no existe el cargo así que guardamos las guadañas y sacamos las velas del cajón de los apagones. Una vez encendidas empezamos a contar historias en un clima cálido proporcionado por la luz de esas velas. Se generó un buen ambiente. Antes del corte del suministro cada uno estaba en un lugar distinto de la casa, que si en el ordenador trabajando, que si en Internet navegando, que si viendo la tele, que si preparando la cena del sábado. En fin, demasiado atareados.

 

Me asomé la ventana de casa para ver con más amplitud el espectáculo de las culebrinas que dibujaban los rayos. Nos percatamos que una gran zona estaba sin servicio, a oscuras. La tormenta quedaba tan lejana que alumbraba con sus flashes tierras del Vinalopó. Algunas veces nadie llama al servicio de averías por que piensa que ya lo han realizado otros. Pasa como en el chiste de un accidente de tráfico en el que los heridos son evacuados por la ambulancia la grúa retira chatarra los bomberos se largan y pasado el tiempo, empiezan las críticas por la tardanza de las fuerzas del orden pues hay un caos tremendo en la carretera y está todo atascado de mirones. En un momento dado una chica que disfrutaba del accidente pregunta si alguien ha llamado a la policía y todos los contestaron que ya lo habrían realizado otros. Nadie llamó.

 

Por si acaso llame a la central de averías y una voz femenina con acento a disco duro informó que el servicio se repondría en no sé cuantos minutos. Así que nosotros seguimos en el salón de casa a lo nuestro, disfrutando con esas velas que ya se habían hecho protagonistas en la espera. Con puntualidad británica y como dijo la voz enlatada, se encendieron todas las luces. Casi demasiadas. Las de casa, las de la calle y las que no veíamos desde la terraza cuando estaba todo apagado. Y por supuesto, se soplaron las velas y se terminó la reunión en el salón. Cada uno se fue a sus tareas y les aseguro que el momento del apagón se disfrutó con la luz de las velas en compañía, en familia. Así que estar a dos velas, a veces, no es tan malo. Depende del perfil con el que se observa un suceso, el mismo hecho conserva siempre las dos caras. ()

 

Ideas que escuecen

Ideas que escuecen

A Zapatero se le mueve el gobierno y al FMI el alma. Los gobiernos están venga a meter dinero al sistema que no hace más que toser pidiendo más, más. La crisis,  financiera o sistémica, es galopante. Nadie se fía del otro, pero en lo referente a la adquisición de vivienda y emancipación de la personalidad y todo eso, no hay un duro. Todo está comprometido en pago de deuda. La compra de vivienda se ha convertido en cosa de ricos y hasta los ricos, nuevos o viejos, tienen problemas a esos precios, así que tengo un plan que acarrea muchas consecuencias pues atañe al sentido común, al supuesto estatus, a la moral y al bolsillo que muchos creen tener.

 

Se me ocurre un plan para que las empresas tengan dinero para pagar a sus clientes y estos a los otros y que no se valla todo al traste tan rápido y que casi todo quisque tenga casa aunque sea sin muebles así no tendrán que salvarlos en caso de inundación. Los constructores de viviendas tienen muchas promociones terminadas y paralizadas al hundirse la demanda. Además esta crisis acarreará un antes y un después en la liberación de suelo urbano por mucho que le pese a los que lo tienen acaparado al haber tocado techo el caramelo que complementaba la financiación local.

 

En mi plan no hace falta que la administración pública genere vivienda de protección oficial. No hace falta que los futuros compradores suelten dinero negro para la VPO pues todos sabemos y no denunciamos que hay que sacar un préstamo personal para adelantar la reserva. Así que la idea trae tela y escuece. La tela es convertir en vivienda protegida toda aquella terminada sin vender y sacarla al mercado a precios que la demanda real puede cubrir. Ya veo las manos de muchos en sus cabezas diciendo que barbaridad es esta. Pero nene. Si no cedemos se rompe la cuerda y te arruinas y arrastras a otros y luego vas a pedirle a Zapatero que inyecte al mercado de finanzas otros cien mil millones de euros a ver si cae la breva y se reanima el muerto que ya está muerto tiempo, empieza a oler.

 

Si solo en la provincia hay cincuenta y tres mil pisos sin vender significa que hay cincuenta y tres mil independencias familiares menos. A los precios actuales está claro que nadie va a emanciparse y los bancos, con el euribor bajo el brazo, no quieren más morosos así que hay que ajustar el precio de compra aunque digan los promotores y los contables lo que digan. Bajando el precio, la casa se podrá hipotecar y el mercado no se paralizaría tanto con casi ochocientas mil viviendas en el país esperando comprador pues más parece que aquí todo quisque espera que el Gobierno saque a todos las castañas del fuego y no vale con lloriquear diciendo que no puedo pagar y punto. Y se lo creen todo. ¿Realmente pasará todo para el dos mil diez? Todos quieren vender. Unos pisos y otros votos. Pero para que funcione el mecano hay que desmontarlo,  engrasarlo y adelgazarlo. Hacer propuestas como estas, trae quebraderos de cabeza para el que cree que recobrará su lucro cesante. Lo cierto es que el asunto no es jauja y la política como la economía a veces escuece de verdad.

Mendigo de clase media

Mendigo de clase media

Tras el festín a negocios y riesgo en vena, llega el empacho financiero amenazando corte de digestión general. Los que tenían mucho dinero han cerrado el grifo. Hay casos particulares sangrantes, de juzgado de Garzón. Nadie le presta a fulano el dineral necesario para escriturar un piso del que ya pagó sesenta mil euros a mengano, para su desgracia, en negro. Como los males no llegan solos, el jefe de fulano lo despide por que en las mismas entidades financieras que daban el oro y el moro no negocian los pagarés y ya se sabe que este país funciona con el pagaré cuando me de la gana pero quien deja de hacerlo en serio arrastra a otros en una larga cadena de no puedo, no tengo, espérate, denúnciame.

 

No queda dinero ni para subvencionar esas grandes políticas de occidente que nos hacen distintos a los del tercer mundo así que los de la bici, el medio ambiente y el cambio climático por los polos van a tener que ofrecer el asunto en mejor momento. El niño de Malí tendrá que buscarse otro padrino y espero que Al Qaeda no tenga sucursal en Bamako. El viaje previsto se cancela, la boda se anula y el compromiso sentimental se pierde tan rápido como el dinero en San José. La separada coexiste con el separado al no tener donde ir así que el sábado cenarán los cuatro en casa. El pedigüeño del descampado mira ya de reojo al ser la cuarta vez que paso de largo sin soltarle esta semana. Espero que no mande al cobrador del frac, qué sofoco. Como me dijo un recién mendigo no reconocido todavía, “la todavía falta de necesidad y la abundancia de vergüenza no me dejan pasar por Cáritas ni por la Cruz Roja ni por el mejor contenedor de Orihuela (…) tampoco en el ayuntamiento me dan el trabajo que prometieron, tenía que haber pegado carteles en la campaña, tenía que haberlo hecho, Jesús”.

 

Y es que echarle la culpa a cualquiera solo alarga la agonía que al final nos va a pasar peor que a los italianos que van a la playa, llueve y maldicen al gobierno. En esas estoy cuando de repente me doy cuenta que el famélico Luciano el de Jaén, mendigo de carrera al que le cayó la lotería la semana pasada y gustaba de contar la parábola de las diez vírgenes –Mateo 25:1-13, ya no se encuentra allí. Surgen preguntas materialmente existenciales, ¿seré yo ahora un mendigo de clase media? ¿Seré un mendigo con zapatos de doscientos euros y calzoncillos Calvin?.¿Ha soltado el mundo un eructo de tal magnitud que tiembla el sistema financiero levantado a base de clara de huevo y azúcar? ¿Puede el mendigo presentar suspensión de pagos?

 

Al recién parido mendigo no le quedan ambiciones, las pierde en el trance del parto mientras es expulsado de su mundo amniótico. Pasa de ser un tipo pudiente que se comía el mundo a golpe de tarjeta de crédito y préstamo hipotecario a esperar horas en la cola del Servef para cobrar la primera limosna del estado de bienestar llamada subsidio. Lo malo es que las cuentas del Estado español y las del Consell valenciano están como para pedirles una beca de intercambio de números rojos a ver cual de ellas brilla más a oscuras.