Ni agua del Trasvase
El régimen político franquista materializó el plan que engordó el paupérrimo producto interior bruto, ese que si su indicador resultante es negativo hace que dependamos de los subsidios hasta para comer pan. Como no se podía estar peor, lo único que había que hacer es tirar para adelante en lo económico y crear las condiciones necesarias para ello, desatendiendo en el camino obstáculos en los que hay nos encanta estrellarnos. Una muestra de ello es el Trasvase Tajo-Segura al que le auguran ahora dos mil quinientos días de vida. El canal que trae agua del río Tajo hasta la deficiente cuenca del Segura lo quieren cerrar por acuerdos realizados bajo el manto de la coyuntura política. Espero que el Tribunal Constitucional sirva de freno a tal deslealtad y ponga las cosas claras cuando se juegan a alta política ¿Se han vuelto locos estos manchegos? Astérix lo tendría claro. Son maniobras bien pensadas y con resultados a largo plazo según un informe de la prestigiosa agencia española para la seguridad nacional TÍA de Mortadelo y Filemón. El trasvase, aunque materializado hace treinta años, es una realidad que nació en la corriente de pensamiento regeneracionista de principios del siglo XX que en el aspecto económico contemplaba la necesidad de realizar transformaciones del medio hidráulico para elevar la riqueza en las economías de subsistencia. Los primeros proyectos para la obra datan de la Segunda República pero la Guerra Civil enterró bastantes cosas aparte de cadáveres.
Innata es también la maldita manía hispana de andar para atrás como los cangrejos y de esconderse a toda prisa cuando la cosa se pone fea así que lo normal es que nos estrellemos en el fondo de la caverna de lo rápido que nos damos la vuelta cuando la cosa se pone fea. En nuestro tiempo político, cada parlamento regional se ha fabricado su correspondiente proyecto de estatuto con cuñas articuladas de dudosa legitimidad moral, dando pié a recordar que no todo lo posible puede ser legal aunque se vista de camisa parlamentaria. Los grandes partidos se están viendo incapaces de conectar con los problemas reales del país malgastando un precioso tiempo en enderezar los problemas internos de sus estructuras. No reconocen que sólo están pendientes de lo suyo y mira que hacen ruido. Y mientras por Orihuela ya casi está terminada la tubería que traerá agua desalada tres veces más cara e inviable de usar en la agricultura. Es como decir que ya no queda agua de los ríos así que bebérsela del mar. Y lo cierto es que con agua desalada el cultivo en la tierra no es posible al no tener un tejido de agricultores deseosos de tirar sus pocos recursos a bancales salitrosos.
Tenemos la misma tierra para cultivar y crear riqueza que hace cuarenta años pero el agua está en situación de búsqueda y captura. No se sabe a ciencia cierta si una democracia de pegote es la causante de no llevar riqueza a la mayoría de ciudadanos o es la economía débil la que no puede mantener una democracia estable o es la palpable corrupción política la que amenaza el sistema. Lo cierto es que la incertidumbre ayuda poco al progreso y la inseguridad jurídica materializada en un ’te corto el agua’ nunca debería de acampar en una democracia casi consolidada como la nuestra y lo penoso es que se esté trabajando en esa línea. Imbéciles.
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