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Jesús Ruiz...desde Orihuela

A dos velas

A dos velas

La gota fría tiene mala fama allá por donde dice que se va a dar una vuelta. Los del Caribe tienen sus huracanes, los del mar del Japón los tifones y nosotros tenemos aguaceros traicioneros de esos que crecen calle abajo porque no se que pasa que siempre se les olvida a los expertos prever colectores de pluviales e imbornales en los sitios que hacen falta y mira que deben ser listos los arquitectos con todo lo que han estudiado para que luego venga un menda y le diga que eso no hace falta. El sábado pasado esperábamos en Orihuela abundantes lluvias. Cayeron algunas cortinas de agua que hacían creer lo peor como en el Rabaloche en aquella tarde que la lluvia limpió con alevosía los barrancos de la sierra sin preguntar si molestaba o no llevando los escombros a las zonas bajas. Menos mal que no se repitió pero de repente y sin avisar, porque esas cosas llegan sin más, coincidió la tormenta de rayos con un corte del suministro eléctrico que duró unas dos horas y lo dejó todo a oscuras.

 

De pronto y al ser de noche, la familia se congregó en  el salón de casa y nos preguntábamos ¿Qué hacemos? Lo lógico en estos casos es echarle la culpa al concejal de electricidad pero resulta que en esta legislatura no existe el cargo así que guardamos las guadañas y sacamos las velas del cajón de los apagones. Una vez encendidas empezamos a contar historias en un clima cálido proporcionado por la luz de esas velas. Se generó un buen ambiente. Antes del corte del suministro cada uno estaba en un lugar distinto de la casa, que si en el ordenador trabajando, que si en Internet navegando, que si viendo la tele, que si preparando la cena del sábado. En fin, demasiado atareados.

 

Me asomé la ventana de casa para ver con más amplitud el espectáculo de las culebrinas que dibujaban los rayos. Nos percatamos que una gran zona estaba sin servicio, a oscuras. La tormenta quedaba tan lejana que alumbraba con sus flashes tierras del Vinalopó. Algunas veces nadie llama al servicio de averías por que piensa que ya lo han realizado otros. Pasa como en el chiste de un accidente de tráfico en el que los heridos son evacuados por la ambulancia la grúa retira chatarra los bomberos se largan y pasado el tiempo, empiezan las críticas por la tardanza de las fuerzas del orden pues hay un caos tremendo en la carretera y está todo atascado de mirones. En un momento dado una chica que disfrutaba del accidente pregunta si alguien ha llamado a la policía y todos los contestaron que ya lo habrían realizado otros. Nadie llamó.

 

Por si acaso llame a la central de averías y una voz femenina con acento a disco duro informó que el servicio se repondría en no sé cuantos minutos. Así que nosotros seguimos en el salón de casa a lo nuestro, disfrutando con esas velas que ya se habían hecho protagonistas en la espera. Con puntualidad británica y como dijo la voz enlatada, se encendieron todas las luces. Casi demasiadas. Las de casa, las de la calle y las que no veíamos desde la terraza cuando estaba todo apagado. Y por supuesto, se soplaron las velas y se terminó la reunión en el salón. Cada uno se fue a sus tareas y les aseguro que el momento del apagón se disfrutó con la luz de las velas en compañía, en familia. Así que estar a dos velas, a veces, no es tan malo. Depende del perfil con el que se observa un suceso, el mismo hecho conserva siempre las dos caras. ()

 

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