Cuentas y cuentos
Esta semana de procesiones y manifestaciones de fe y poder nos ha dado una tregua en lo que a lamentos se refiere. No nos hemos acordado de la crisis, que ya es bastante, pero está ahí esperándonos cuando se apaguen las velas y se guarden las vestas. La crisis es paciente, no tiene prisa. Sabe que una vez instalada acampará a sus anchas hasta que una revolución de optimismo y trabajo la doblegue hasta el siguiente episodio de recesión. Las recesiones sociales y económicas no aparecen de repente en las noticias de las tres como un hecho aislado. Se gestan en silencio por muy maquilladas que nos presenten las cuentas de la Balanza de Pagos. Por supuesto que los que más van a sufrir los efectos son los que menos tienen que somos casi todos ya que hemos descubierto que realmente no teníamos nada. La gran clase media española que miraba con la cabeza tan alta que sorprendía hasta la mismísima Virgen María, ha despertado en un torbellino tragón y despiadado.
Si hay que aprender algo de las procesiones oriolanas es que por muy largas y pesadas que resulten, siempre acaban y cada uno se va a su casa. En esta crisis social y económica no observo procesionar a la peña manifestando su padecimiento a los cuatro vientos. Si es verdad eso que dicen que la procesión va por dentro, el empacho durará más de lo que auguran los expertos. Expertos que siempre trabajan para un tercero, normalmente no tan experto, pero tienen la pasta. La pasta es prima hermana del poder y si el poder instituido no tiene pasta para seguir financiando el sueño del moribundo, hay varios caminos a cual de ellos más difícil. Uno de ellos es darnos cuenta ya de una vez que si seguimos mirando tan alto, a parte de un esguince cervical, nos romperemos la crisma tarde o temprano pues vamos de culo cuesta abajo y sin frenos adecuados. El que admita este punto primero, eso que lleva adelantado porque el que se las ve venir está preparado para reconocer que la vida tiene vaivenes por muy buenos amortiguadores que nos vendan los expertos gurús, y ya he dicho que ellos están a jornal. El segundo punto tiene que ver con lo de montar en globo. Cuando cada uno infla su globo sin tener en cuenta la presión atmosférica ni las corrientes ni las tormentas que se avecinan y solo tiene ojos para admirar el paisaje de las montañas azules, está afirmando su incompetencia como navegante. Normalmente en ese estado de embelesamiento no se quiere soltar lastre ni cuando el globo se desinfla y el suelo se acerca deprisa. Por lo tanto navegar demasiados lastrados con incompetentes embelesados al mando de la nave genera tal fe en la suerte y desprecio a la física que solo los novelistas y cuentacuentos pueden enmascarar la realidad. Como ven, la cosa parece que va de expertos que quieren sobrevivir de las rentas que les proporcionaron el estudio de crisis pasadas, las mismas que crearon este sistema de inmensas ubres que intentan seguir amamantando sueños e ilusiones. Y como los sueños, sueños son, puede llegar la fase que todo experto teme y es cuando la gente se cansa de tanto cuento y maniobras orquestales en la oscuridad al comprobar que de la gran teta del Estado solo sale aire, que infla mucho y alimenta poco. La leche, poca y mala, se la disputaran entre políticos sin fuelle, mamones sin fronteras y expertos sin padrino que entre otras cosas parecen todos primos hermanos.
0 comentarios