El comodín de los incapaces
El comodín linguístico de los incapaces es el uso generalizado que tienen de la palabra utopía. El artículo publicado en La Verdad con título La utopía de Gulliver que edito aquí abajo trata de la incapacidad de los responsables de responder con soltura ante las tareas cotidianas y las herramientas apropiadas. Suele pasar. No hay que callarse o gana la desfachatez.
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"La utopía de Gulliver"
Ante un caso de cajón en una tarde de resueltas frases, me espetó un colega que era una utopía lo que estaba proponiendo ante el problema planteado. El tema era sencillo y la solución de libro así que no lograba entenderle. Además, nuestra garantista administración pública disponía del servicio listo para ser reclamado. Y me dijo que no, que era una utopía resolver la cuestión a «mi manera», que lo haría como de costumbre pues el servicio público tenía fallos y no iba a molestar al funcionario destinado a hacerlo efectivo para no hacerse notar o remover el status quo de no sé qué.
Utopía. Me sorprendió la palabra empleada al caso. Era un gasto excesivo en significado. La palabra fue acuñada por Tomás Moro en 1518 en el que describe un estado ideal descubierto por el navegante portugués Rafael Hytlodeo. Ese país estaba en una isla en la que todos los ciudadanos desarrollan una forma de vida y de gobierno que solo soñamos aquí cuando estamos inmersos en plena campaña electoral.
Utopía es un invento continuo del invento de la democracia perfecta. La democracia está tan retocada que más parece ya un alma necesitada de metamorfosis continua al verse asaltada con demasiada naturalidad por quienes se la benefician. Sin embargo son tan desagradecidos que no agradecen ni el beneficio del que se benefician.
Utopía también pude darse en política cuando un ministro dice que ya está resuelto un problema social solo por legislarlo, pues es costumbre muy española, el mirar a las leyes de reojo con banderillas y verónicas. La ilusión del estado perfecto que configuran las leyes es injuriada por sus proveedores. Esas gentes que, encargadas de hacer velar el cumplimiento de la legalidad, se esfuerzan en incumplir el fin mismo del estado y luego se van tan anchos a tomarse unos vinos. Por eso, ante propuestas de solución, los hay que se sienten agredidos en su inteligencia y ahogados en su propio ego.
Y la dejadez institucional viene acentuada por el perfume colectivista con el que se adorna la función pública, ya que los funcionarios públicos, son retribuidos muevan un dedo o no, como si de sistema soviético se tratase o el conocido giro occidental del café para todos y todas. En la práctica diaria, las leyes encuentran tantas trabas para que se desarrollen que solo me queda espacio para decir dos cosas más. O se hacen sin tener en cuenta la finalidad por la que el estado publica sus edictos, o el sistema creado para desobedecerlas sin problema es perfecto. Por lo tanto, este colega, desconoce el significado real de utopía, aún así, lo intentare con eufemismos a ver si acampa aunque tenga que explicarle el cuento entero de los viajes de Gulliver, pues hay gente que no se puede coger por ningún lado al no tener ni un pelo de honrado.
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Anónimo -
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