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Jesús Ruiz...desde Orihuela

Monopoly

Monopoly

De momento esta partida de la vida la está ganando la Banca, pero ella, reza para que no nos retiremos del juego. Sería el final para de nuestro sistema de vida y el principio de algo a lo que volveríamos a acomodarnos. Sin el juego, no hay Banca ni bancos. El artículo "El Monopoly" publicado en La Verdad el día 13 de abril analiza la evolución del juego económico hasta ahora ya que los agoreros solo pueden darnos la idea de una posibilidad. Suerte.
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El Monopoly
Desde que el Banco Central Europeo empezó a enfriar el tema subiendo el precio del dinero, la cosa se ha puesto muy mal. No se vende como antes, ni se empeña uno la vida como el año pasado. Hasta las cajas de ahorros te dicen que no quedan préstamos, que se acabó. La verdad es que no hay quien compre un pisico a esos precios. Y lo malo es que la vivienda no es sustituible por la jaima bereber como la asequible sardina lo es al rodaballo.

Nuestra comarca, era tradicionalmente agrícola hasta que la bajada generalizada de precios, los elevados costes de producción de alimentos y el agua, poca, mala y costosa, no pudo competir con la actividad constructora costera. De este modo el agua disponible se metió en las agendas políticas al tiempo que se encaminaba por otras tuberías hacia el mantenimiento del producto vacacional, con un traslado de la mano de obra del legón a la picoleta. La emergente clase media también se apuntó al consumo e inversión a lo cocoloco, respaldada por una política económica que termina por asfixiar al refinanciado consumidor.

También los políticos municipales ven una salida a la histórica falta de financiación gravando la vivienda y facilitan, como sea, el sembrado al tuntún de casicas. Las cajas de ahorros, que hasta se permitían participar en eso de la responsabilidad social corporativa, que suena bien y se nota poco, han dado marcha atrás y arrastran a todo quisque. El productor de tomates que dejó la tierra y se fue de oficial de albañil, se queda a dos velas. Ahora, sin diversificación y sin aprovechamiento de los fondos europeos para investigación excepto para decorar el laboratorio, llega el estancamiento económico como una riada, sin vías alternativas a corto plazo para sobrellevar las comprometidas economías familiares y las obligaciones empresariales.

Este escenario económico a largo plazo produce desconfianza, conflictividad social y peores servicios públicos. Llegan reformas estructurales y subida de impuestos aunque no se note, por que a los gobiernos les encanta gastar, aún cuando sus clientes, nosotros, pujemos por la jaima del moro y no por la casa. Esta vez la culpa no es del Prestige, ni del cha-cha-chá.

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