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Jesús Ruiz...desde Orihuela

Todos presuntos

Todos presuntos

Todos presuntos

Dos detenidos entran a los calabozos por el pasillo tres. Aún no los ha visto el juez de Guardia ni los verá hasta media mañana. Es madrugada de domingo y fiestas de guardar. Andan escoltados hasta las celdas con la manta una bolsa de comida y la botella de agua del grifo. Tras el portazo de rigor, la soledad, el silencio y el helor de la celda sobrecoge a uno de ellos que se hace llamar Pepe Marqués. Parece limpia pero huele a nicotina vieja y a mierda fría allí dentro. A Pepe se le escurre una lágrima chivata que desmorona su chulería de Rabaloche.

Pepe Marqués empieza a renegar su arresto por beber un poco. Los que hacen las leyes y perfilan el Código Penal no saben que para Pepe el Marqués, la tasa permitida es un aperitivo y puede tragar diez veces más si se presenta la oportunidad, pero en este tema, lo legal o ilegal lo revuelve un análisis y la evidencia de su comportamiento. Así que si delincuente es el que comete delito, Pepe compró todas las papeletas.

«-¿Yo, un delincuente? ¿Soy yo un delincuente?» Se repetía él mismo en la celda tantas veces, que su vecino el albanés, le pidió callar. Intentaba recordar lo que pasó en la puerta de un puticlub de carretera. Aún no sabe que ha mandado al otro barrio a dos fulanos, pero solo es cuestión de tiempo. De repente ahoga un llanto que termina por salir. Sus manos aún huelen a sangre y tripas y su pesar asusta a Pepe aún más.

Pasan las horas como días. El pasillo tres se llena de voces que alertan a los arrestados y espabilan las expectativas de Pepe y la vigilia del otro. Van de camino ante el juez de Guardia y toda la parafernalia judicial. Pepe Marqués, que resultaría un mote, y un albanés que no sabrán nunca quien es, entran por la misma puerta del juzgado, por donde lo hacen alcaldes y concejales. Todos presuntos delincuentes, claro, como el albanés y el mismo Pepe, hombre.

Publicado en La Verdad el 20 Abril

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