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Jesús Ruiz...desde Orihuela

El poder: -dos puntos-

El poder: -dos puntos-

Como continuación de la entrada anterior "El manifiesto" con fecha 28/10/2009 , intentaré explicar qué es y cómo se siente el poder malo, sin compilatorios doctrinales, sin rodeos conceptuales y sin escarceos ni citas académicas para que el lector exclusivo de diarios deportivos y horoscopos agoreros, que por equivocación o recomendación entre en esta página, aguante hasta el final.

El poder: ¿Qué es el poder? ¿Qué pesa el poder? ¿cómo viste o cómo se nota?. El poder, visible en su acción y en sus resultados, tiene muchas caras y se viste de muchos colores. Hay gente con poder que lo convierte en poder malo y otra gente que de esa facultad adquirida rezuma poder bueno.

Quiero escribir del poder usado por gente mala y lo llamaré poder malo. El poder malo en ocasiones es ciego  y se independiza tanto del resto del mundo creyéndolo insignificante que a largo plazo se autodestruye en su propia convicción de ser único redentor y dueño de almas descarriadas al no deparar en los detalles que de una forma u otra le hurtan el poder.

Hasta las hormigas, bien organizadas claro está, son poderosas en el cumplimiento de sus objetivos. Solas, una a una consiguen una cadena de poder que les reporta enfrentarse poderosamente al invierno, su enemigo. También, cómo no, un limorero tiene apariencia de ser poderoso. Es esbelto, con los años crece, se robustece, da frutos llenos de vitamitas ácidas que estimulan nuestro paladar cuando nos inflamos a almeja y alegra la vida del que lo cuida si la cosecha es agraciada. También rebosa de poder el que obstenta tener mucho dinero, se presupone más que la hormiga y el limonero. No depara en la organización que reporta tal ejército de unidades de hormigas para conseguir esos trocitos de alimento que nosotros los humanos lo miramos con absurdéz. Tampoco le incumbe el limorero del cual se beneficia cuando aprieta su fruto y le chorrea el zumo de limón y como tiene mucho poder, si le da la gana lo corta con un hachazo por lo sano importándole seis pimientos lo que el límonero aporta. Solo depara en su dinero, en su poder, mataría por ello si no fuese penado para conservalo. Pero lo que no sabe es que su poder, el malo o mal ejercido ya sea por poseer dinero por poder hacer y deshacer lo posible sin el freno del derecho, le reportará la visión que un día tuvo ese capitán que observó que son sus fieles ratas las primeras que abandonan el barco cuando se hunde importándoles un pepino de Berlusconi el poder de su capitán, el dinero, la melosa coacción y la envergadura del poderoso bergantín.

Eso sucede por ir pisando poderosamnete hormigueros y por cortarle el tronco al limonero, no advirtiendo el poder de la hormiga y la robustez del limonero. La hilera de homigas reconducirá su línea manifestando su poder y el limonero rebrota, una y otra vez, una y otra. Por eso el poderoso, el que tiene poder y lo mal usa, un día de estos se dará la vuelta para ahogarse en su repentinna angustia, sin alas y sin nadie a quien joder. Será el día que no sienta poder.

Por lo tanto amables lectores, el poder puede sentirse con regusto a vinagre o a pan de azúcar. Menos mal que el derecho existe en la inmensidad de nuestra indiferencia y de vez en cuando salpica al poder -al poder malo- poniendole freno a esa inmensa posibilidad de hacer. Aún así en ocasiones me pregunto, ¿qué es el poder?

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