Pomesas electorales de primavera
La primavera la sangre altera y no hay nada más que ver a los que pierden la cabeza en estas fechas del luminoso equinoccio. Estamos a un tiro de piedra de soportar los calores del sol de mayo y a otro, un poco más largo, de bañarnos en las estupendas playas oriolanas.
Cada vez que tengo que soportar las calurosas colas costeras para llegar a Playa Flamenca me surge la pregunta obligada sobre si algún día coincidirán las promesas electorales con las infraestructuras resultantes. Puede ser que alguien cumpla las promesas de las que yo llamo de orbita abierta, que se lanzan con tanta fuerza que en un santiamén la vemos orbitar, una y otra vez hasta que se apagan sin más.
Las promesas atrevidas son como los sueños y ya sabemos que los sueños sueños son. Medina prometió y pidió al Consell públicamente en varios actos multitudinarios la carretera a la costa oriolana solo por terreno del término municipal. Desconocemos lo que le pidió el Consell en privado. Tal promesa se convirtió en un sueño ya que la vía rápida le estaba ganando la batalla al lógico desdoblamiento de la vieja carretera a las playas. Del sonsonete de vía rápida nació el no da más y emergió como una palomita de maíz la autopista a la costa, el zarpazo del Ave que parece mentira las mentiras que cuentan y la autovia del Regueron de Valcarcel para descongestionar la obsoleta A-7. Menudo enjuague a la necesidad previa de vertebración del territorio para el diseño de infraestructuras terrestres. El tiempo ha demostrado que la autopista a la costa era una necesidad imperiosa para darle salida a las futuras urbanizaciones aparcadas por la recesión.
En ese sentido y recordando el fin por el cual se justifica la existencia del Estado, ahí es donde las promesas dejan de orbitar para perderse en el espacio exterior y aparecen las manos sucias del gobernante rodeado de su cuadrilla de corruptelas electorales y familias políticas que ya no acampan solo en el cono sur de Alicante.
Ahora, visto el desastre de la política de construye donde puedas se habla tímidamente de destinar fondos para proteger la huerta y fomentar el turismo ecológico pero estamos en un callejón sin salida pues si cada ayuntamiento protege la huerta a su manera sin tener en cuenta la huerta del vecino nos puede salir un churro de colores en vez de un jardín de infancia.
Los localismos son propios de miopes y éstos tienen una visión del mundo restringida genéticamente aunque le inyecten grandes dosis de visión política y legitimidad electoral en la toma de decisiones.
Otra promesa orbital lanzada esta vez desde la lanzadera del Ayuntamiento de Orihuela es la de convertir, al menos en los papeles, a Orihuela en Gran Ciudad. Sólo Elche y Torrevieja tienen el título. La aplicación del régimen organizativo de este tipo de calificación le permitirá crear reglamentariamente juntas de distrito y activar desde el asociacionismo la participación ciudadana en la toma de decisiones municipales en inversiones en barrios y distritos.
Parece una quimera pero como la democracia tiene mil caras, esto es el último grito en legitimidad lanzada al espacio exterior y esta vez parece que tiene visos de hacer su reentrada con los deberes hechos. Estén pendientes que quedan muchos flecos que apañar en nuestras mentes oriolanas.
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