Y los llaman, los tontos de la huerta
Hay que ver como son las cosas.
Mi padre siempre ha dicho que la tierra es tierra, que es como si querría decir que la tierra siempre es un valor seguro y por lo tanto intangible. Cuando la tierra de huerta valía para cultivar, ganarse la vida y de paso contribuir al crecimiento de la Vega Baja, nadie discutía su valor. Las transacciones se efectuaban sin temer al valor especulatorio del que se adorna la construcción residencial. Ahora, sin agua segura para la agricultura, sin especuladores y sin futuro, los campos quedan vacíos de vida. La tierra no produce y adopta su cara inservible. Está vieja como sus amos, como la tradición.
Hoy se pueden ver a los agricultores y campesinos dignos de exposición museística; Napoleón se los hubiese llevado a Paris para rehabilitarlos en Los Inválidos, respetando la vez en el dispensario de turno y cuando llegan a casa, si no le acuden los dolores, se cargan la mochila de agua con insecticidas para darle un repaso a las judías, patatas, moniatos, habas, rábanos... que crían para su consumo y el de sus allegados. Ya ni se se molestan en criar para la lonja. Se puede adivinar en sus caras la tristeza que esconden al ver su tierra baldía. Se puede ver en sus caras la alegría de tener la paguica de la jubilación. Es un parco tesoro. ¿Está la Vega Baja preparada para este cambio de ciclo económico, para este cambio de costumbres, de derechos, de respetos?
Como casi de costumbre, todo nos pilla a agua pasada. La voluntad de cambio debe inferir en todos por igual y estamos quedando ante el mercado como expertos en organizar desfiles y procesiones, ya de moros, ya de pasiones. Por que tiendas para vender hay en todos los pueblos, que hoy en día hasta el oxígeno viene envasado y manufacturado. ¡Papá, planta pinos, planta árboles que venderemos hasta el aliento!
Hace tiempo que Orihuela le dio la espalda a la evidencia de su entorno. No hace mucho tiempo que escogimos la falsa autosuficiencia de la adulación y no andamos precisamente bien parados paras seguir lanzándonos mercedes.
Lo cierto, es que la tierra, es tangible. Hay que ver, como son las cosas, hay que ver.
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Otero -
Francisco -
lector -