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Jesús Ruiz...desde Orihuela

Tiempo de necios

Tiempo de necios

El viejo profesor Eduard Punset afirmaba en diciembre del año pasado, que los sueños permiten ordenar y organizar los recuerdos, abriendo un espacio para la creatividad y para el juego.

Imaginemos, –imaginemos-, que damos un garbeo por la Orihuela de 2017 y nos rodeamos de individuos que platican sobre las controversias del kafkiano periodo Medina y la papelona honoris causa realizada. Decían que ni las medidas judiciales amagaron las malas prácticas de gobierno y corruptelas, que el agua desalada ya llegará, que autopistas y tren trinchan la vega como guadañas para avituallar al modelo económico costero del pan duro de ayer, y los alcaldables aparejan su tiovivo de ripios para oxigenar a la voluble plebe.

Faltan dos años para las primeras municipales con voto electrónico (s e g u i m o s imaginando) según la ley electoral de 2016 y la deriva socioeconómica, no está para ilusionar al ciudadano diciéndoles que si no hacemos esto o lo otro, perderemos el tren y tal y tal. Muchos trenes nos han llevado a la farfolla. Hasta Elx trasladó la Facultad de las Salesas, -sede del Ayuntamiento-, y la sesuda clase política que nos mima ha aceptado una termoeléctrica en Los Sequillos –Torremendo- para crear kilovatios o empleo, mas seis viviendas protegidas en Los Vives –La Murada-, todo un hito, como el efecto barrera de las infraestructuras estratégicas en la pasada gota fría, y ahora en 2017, la huerta, ignorada por la Administración antes que el clima y los mercados, cosecha el sol con paneles fotovoltaicos, el definitivo frenazo inmobiliario paró el primer motor económico llevándose en cadena a otros todos y la ruina, se reparte sola, es gratis.

Posible escenario a diez años, diez. Llega enseguida la contradicción de los obtusos y espetan eso de -qué fácil se torea desde la barrera ¿eh?-, sin advertir que nadan en el perezoso continuismo oriolano, confunden crítica con critiqueo, levantan las espingardas por las migajas que caen y litigan adivinando lo que han hecho o lo que van ha hacer, pues harán eso –nada- aún costándonos todo. El político hosco y gandul sabe que pasamos el tiempo en troposas tertulias de cubata y sillón, reinventando el mundillo de cruz y quijada en la que la Orihuela acomodada se presiente augusta con su rancia involución; viviréis maloliendo, moriréis apagados, escribió Miguel Hernández.

Algún día espabilaremos de esta candidez quijotesca inundada de demagogia solariega, y nos sorprenderemos de la maleabilidad de la percepción y la cara dura -del copón- que se esculpen algunos déspotas con la demagogia desde la barrera electoral; y el que quiera honra que se la gane. ¿Tan poderosa es la demagogia?

Sin memoria no hay experiencia. El agobiante -alzheimer político- en el que estamos atrapados nos nubla la percepción para descubrir la hipocresía, falacias y logomaquias con los que se adorna la intrusiva demagogia y si además se opta por tener la boca cerrada o parecer estúpidos como es usual, perderemos la memoria prospectiva y valentía para vencer al cinismo democrático de los políticos engreídos, esos que ningunean la realidad y la democracia avanzada al considerarnos objetos electorales en su Teatro del Absurdo. Albert Camus lo clavó,-la capacidad de atención del hombre es limitada y debe ser constantemente espoleada por la provocación-, pero, como solo se atiende a la pulla, de vez en cuando nos pegan un buen enjuague tiránico diciendo –tomad y callaos, esto es lo que hay, memos-. En este momento, nace el dilema, espabilar, o fingir como apocadas marionetas, inclinadas ante la fuerza y no precisamente de la razón, pues lo que caracteriza al tirano es su ilegítimo uso del poder.
Sin sueños, tiempo de necios y altanería, amables lectores.
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(Publicado en marzo en La Verdad, antes de las elecciones municipales)-

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