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Jesús Ruiz...desde Orihuela

Policías, con fronteras

Policías, con fronteras

Es cierto y no hace falta muchos malabares lingüísticos para explicarlo. La democracia clásica está en crisis. La democracia actual de lobbis y grupos de presión es lo que se impone en el pensamiento occidental. Está de moda asentir ante el interés general de agrupaciones que tienen un espacial interés y no siempre general.

Como ejemplo podemos esbozar el escenario siguiente siguiendo el argumento del título de este artículo. De madrugada, vemos en las calles y carreteras de nuestra ciudad a los funcionarios encargados de velar por la seguridad. Los policías realizan controles, sin periodistas y sin espectadores de paso, por lo tanto, sin armar mucho jaleo. En ocasiones los conductores y pasajeros colaboran con el fin público que pretende la tarea policial, -la paz social-, pero algunos se comportan estúpidamente como si los agentes fuesen salteadores de caminos. Protestan como niños cuando se descubre droga o armas como bates de béisbol y pistolas simuladas.

Es difícil no preguntarse si no serán las respuestas de algunas personas a los policías las que tengan algo que ver con las respuestas de los policías a ellas. Es entonces cuando comienza el trabajo de los grupos de presión y los lobbis argumentando desaforadamente la brutalidad policial desde el soporte de alguna organización que incide en el problema y no en como nació el mismo. Es entonces cuando entra a escena el sesgo de la demagogia, además, si la cosa se sale de madre o sale en los medios de comunicación, se la carga el de siempre, no teniendo fuerza la justificación razonada de la acción. El resultado de toda esta argumentación es que la tarea de velar por la paz social se realiza con una venda negra en los ojos para no "molestar a nadie", que es lo importante, dada la resultante del conflicto de pareceres.

Por lo tanto, un trato verbal duro ante una protesta desaforada puede conducir a la contradicción de la acción legítima, ya que los grupos de presión y los lobbis sucumben al sesgo del suceso por miedo a no se qué argumento viciado de libertad-seguridad, sin tener en cuenta el delicado equilibrio necesario para disfrutar de los derechos subjetivos que nos otorga la democracia y ese equilibrio es preestablecido en la observancia a las leyes.

La demagogia genera inseguridad y la inseguridad demanda más seguridad y la seguridad que desea el ciudadano común es ver más policía, no más "curicas". Si no advierten la diferencia y la similitud de la analogía propuesta, es que están tan dormidos como cuando sus policías velan por su sueño.
Contradicciones.

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