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Jesús Ruiz...desde Orihuela

Nuestras bicicletas

Nuestras bicicletas

Recuerdo mi bicicleta azul, la de mi hermano era roja.
Recorríamos, en nuestras máquinas de libertad, los caminos de la huerta del entorno de Orihuela, flanqueados por miles de árboles. Era como un bosque parcelado que compinía un paisaje espectacular, acompañados por el ir y venir de mariposas y pájaros como los gafarrones, verderoles, abubillas, merlas y las oropéndolas que eran dignas de ver en el cielo. Mi padre, vió de niño al poeta Miguel Hernández con su ganado de cabras por el Camino Viejo de Callosa, quien siempre iba leyendo.

Veíamos en los paseos a los hombres trabajar en filas por los bancales. De las riveras de tierra segaban los hombres con el acero de las hoces de Catral, el fenal, la sisca y el lastón para los animales de la cuadra que generaban estiércol para abonar la tierra. Los mondadores de Bigastro mantenían los cauces limpios de barro que evacuaban las aguas filtradas de las parcelas regadas con el agua del Segura, para alimentar otros cauces mayores y acequias de aguas abajo, generando otro sistema de tandas de riego y así hasta Guardamar. La que sobraba iba al Hondo y servía para alimentar los canales del campo de Elche-Crevillente y La Murada. ¿Han visto un sistema más reutilizado en su vida?


La historia cambia de dirección y empieza a ser triste por la evolución socioeconómica de los sectores productivos y la monopolización de los mercados. Desaparecieron con las obras de modernización dirigidas por el IRYDA el ecosistema que hoy solo observamos en National Geographic. La oropéndola, el oriol, no se deja ver, por mucho que escudriñe el cielo. Sólo la hallo moldeada en bronce en lo alto de un palo, convertida en icono de una celebración elitista.

Aun así, los acueductos siguen conservando las tandas de riego fantasmas y turnos de riego de antaño como derechos históricos y el Juzgado Privativo de Aguas de Orihuela, expectante ante su incierta razón de existir, sigue gestionando no se qué arbitrios. La vida de los hortelanos de la vega es como la describió Miguel Hernández. Y dejó de salir el agua del manantial de San Antón.

La huerta muere conjuntamente con los ecologistas más proteccionistas que han existido, los hortelanos. ¿Quién les ha engañado? ¿Quién ha engañado a los agricultores? Quizá su afán por no mirar mas allá de su parcela. A los pocos que quedan se le amontonan los años, se le multiplican las dificultades.

Los políticos de turno, ante su incapacidad de entender el interés general, distraen como el filibustero y ahora, la Vega del Segura, herida de sed por una estrategia bien trazada o una involución asentida, se muere juntamente con un sistema orgulloso de vida que estaba en sintonía con la naturaleza. Ahora llega el segundo plan estratégico, ya que una vez que no hay agua; primer plan, hacemos obras faraónicas. Cortamos y cicatrizamos la huerta con autovías y ferrocarriles, como tatuajes carceleros que recuerdan nuestros pecados.

Pero ya se están trazando algunos los PAU PAI y futuros PGOU; tercer plan. Ya lo dijo un conferenciante y promotor en el 2002 en unas conferencias en Santo Domingo de Orihuela: «Sueño con una Vega Baja a la californiana». Lo primero que pensé es de dónde había salido semejante estúpido. Allí nodiscuten los trasvases si son viables y comparar de esa forma Orihuela con el Valle de California es la defecación fáctica más contradictoria que he escuchado en mis treinta y ocho años de vida en Orihuela. Es la hora de las grandes obras, espero que las terminen, y bien, sin comisiones que las deterioren demasiado y con justiprecios equivalentes al esfuerzo de toda una vida de trabajo.

Mi hermano piensa lo mismo.
¿Y ustedes?

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