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Jesús Ruiz...desde Orihuela

CALENTAMIENTO LOCAL

CALENTAMIENTO LOCAL

Mi madre prepara el postre que nos gusta cuando toca habichuelas. Que ilusión. Todos salimos ganando y ella, domina la situación. El método funciona, es corriente y universal. Hoy toca hablar de otras habichuelas. Los gobiernos se creen nuestras madres, al tiempo que son clientes de otros patrones dominantes sin creer en el dominio, y nosotros a callar, que ir contracorriente genera protestas sin auctoritas y ellos nos desautorizan por la vía rápida, ellos. Pero, ¿quién son Ellos? Hay intereses creados para ahogar nuestro albedrío. Esta vez cuesta elegir. Hay judías para rato y sin postre con el tinglado que se han montado los del calentamiento.

Así que los peritos internacionales de la queja y del acojone, han decidido que el mundo esté por fin y de forma definitiva en jaque, y nos lo zampamos como la glucosa del desayuno, por que lo dice la tele de enfrente y lo que tengo sobre el mantel. Resulta que la tierra se está calentando ahora por arriba y hay culpables irrefutables ¿Qué parte me toca? Dicen que es por que ensuciamos más que hace veinte años al tener coche y un Carrier en el dormitorio sin apoyar la globalización del impuesto Tobin. Que China e India aún están allá y Estados Unidos es, como siempre, el Leviatán al que hay que degollar su despotismo de barras y estrellas, y ojo al que contradiga, que lo desaparecemos invocando el conjuro de Kyoto como cerrojazo al Apocalypse New, anunciado en sesiones de café y palomitas. Que miedo, madre.

Además, los productores de ocurrencias nos empachan con imágenes del fin del mundo de verdad y lo repiquetean los lobbys informativos, multinacionales de ecologistas y demás retahíla de actores de la irresponsabilidad social corporativa, agarrados a la gran teta del presupuesto público y al futuro del indicativo. Se olvidan que nuestro mundo pende desde que el bobo de Adán no hizo caso y se la comió, a ella, produciendo tal cantidad de mala leche y miedo, que Caín no tuvo mas remedio que ajustarle las cuentas a su hermano por el calentón sufrido y aún queda pendiente la antediluviana disculpa de Abel por enfurecerle tanto. Así que están recreando un mundo lleno de individuos derrotistas, dependientes de la amenaza como siervos del tardo-imperio romano que se avasallaron de por vida por una seguridad prefeudal de pegote y hermético dédalo social.

Y no hay forma de deshacerse del calentamiento que adopta el discurso del hombre del saco y la lisonja totalitaria de un Gran Hermano ideológico que no admite controversia. El objetivo no es movilizar a los partidos políticos ni despertar a sus líderes del sueño tecnocrático, pues, a estas alturas, el perfeccionamiento burocrático es tan mastodóntico como lentas sus decisiones Con esa imposibilidad de la praxis democrática, emergen estas mercantiles del acojone que nos socializan en la necesidad de otro Arca de Noé, con el logo Calentamiento Global® como caudillo censor del lucro y del poder. A pesar de todo este jaleo, la calentura de Orihuela no sobreviene por el calentamiento global o por el cambio climático, nos calentamos localmente por no entender el sentido común oriolano, así que el menú de habichuelas es para tiempo y el arroz con leche, me lo como yo.

publicado en La Verdad

2 comentarios

Jesús Ruiz -

Disculpad por meter tanta información en una página de folio. No hablo del cristo del gran poder ni del demonio ni del fin del mundo, aunque use un tema actual de los mass media. El tema trata las relaciones de dominación, del control de masas y de los argumentos usados para doblegar la voluntad con el miedo...de todas formas esto es tan antiguo como la historia del hombre. Estaré encantado de desgranar -razonar- con vosotros los trucos encriptados del Calentamiento Local.
Saludos

ricardo -

El calentamiento peligroso de verdad, es el calentamiento de cabeza que llevamos Ruben y yo, para saber de que coño estas hablando.
Por favor abrevia. la sociedad te necesita, sabemos que eres un crack, como has demostrado, un abrazo de tus eternos y fieles lectores.