Al sol que más calienta
La semana pasada me di una vuelta por la ciudad de Orihuela y observé que no hay nada que recuerde la fiesta de la Reconquista. No quedan plantadas barracas ni cuarteles ni kábilas ocupando espacios públicos ni privados. Tan solo queda de esquina en esquina el típico olor a meada y agrio vómito de esos festeros fiesteros que se pasaron con el alcohol convertido en engarrafón. La festera protagonista en las calles no es ya la Armengola, es la camioneta de los de siempre, los que están quitando las luces de las fiestas, poniendose en cualquier parte, molestando, que hay que ver, para el tráfico que tienen nuestras calles ya podrían trabajar por la noche.
Las fiestas se han desarrollado sin incidentes que destacar, dicen sus responsables. Hacer oídos sordos no es la mejor forma de esconder el problema. Este año la comidilla, el culebrón festero trataba sobre lo bien o mal que estaban quedando unos y otros por la forma de tratar la batalla entre beduínos capitaneadas por Pomares y Filomeno, y Franco, el eterno presidente de la Asociación de Fiestas, abucheado, otra vez y las que quedan. Los responsables municipales, ante tal escenario optaron por la técnica del tímpano endurecido, forzando así una sordera simulada que solo tiene cura con el paso de los días, porque las fiestas han terminado, para la mayoría. Quedan espadas en alto y batallas que ganar, ahora en los juzgados de donde saldrá alguien lisiado al menos en los papeles.
La desaceleración económica pasó de largo en el mundo festero. Este año las comparsas han tenido mas suerte con los dineros para fiestas y cabalgatas que las pedanías pues a pesar de la merma de ingresos en sus balances, podrán gastar quince mil euros más que el año pasado gracias al altruismo municipal. Pero todo esto entra en contradicción con la forma de decidir el gasto en el presupuesto de este año mas si tenemos en cuenta la redacción de planes de saneamiento municipal. Pero eso no ha mermado la animosidad municipal en manos de la Presidenta de la Corporación que ha aumentado la subvención aquí en Orihuela donde tiene que contentar a un buen número de festeros que en un futuro pueden ser votantes afines.
La batalla por Orihuela se la ganamos todos los años a los moros y la celebramos pegando trabucazos y representando los hechos históricos como mejor sabemos hacer. Recreamos un hecho conocido y siempre sabremos que vamos a ganar pero parece que vivimos fervientemente el día a día y de espaldas a la realidad. Las batallas que nos están planteando ahora desde otros frentes las estamos perdiendo todas a pesar de las rabietas que nos cogemos. La batalla del AVE la abandonamos como Filipinas y la de la AP37 se ha dejado en manos de la guerrilla local que se está armando como puede para hacer frente a un enemigo superior y con los deberes hechos.
Aquí en Orihuela hay una fea costumbre de meter la mano al cajón para esconder papeles o informes cuando lo que hay que hacer es ser transparente y darles salida y publicidad para el debate público ya que quieren prescindir del debate político.
El asunto de la AP37 puede atragantarse al equipo de gobierno porque se les ha pillado ya en varias seguidas rozando la irresponsabilidad política. Se nota demasiado la falta de empuje y de iniciativa en la defensa de los supuestos intereses para Orihuela. ¿Intereses? Si, intereses. Creo que esa es la palabra adecuada para explicar ciertas conductas y directrices, no achacables todas al calentamiento global o neuronal del verano. Quedan batallas por ganar en el futuro pero de momento nos las cuelan por todos lados.
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