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Jesús Ruiz...desde Orihuela

Ni Estado ni Derecho

Ni Estado ni Derecho

Escribir sobre crisis me aburre. No me da la gana comentar la ruina que hemos fabricado en diez años de disfrute a tutiplén de la cara A del estado social y democrático de derecho. Acabada la fiesta, ya no nos queda, al menos en la conciencia política colectiva, ni Estado ni Derecho. Las instituciones creadas para repartir el gasto público que le daba forma al estado de bienestar siguen existiendo y sin embargo las están vaciando de justificación social para su existencia. Un ejemplo claro es el derecho a la justicia gratuita que viene a ocupar el mismo lugar que el derecho a una vivienda digna en el altillo del armario de los Ni Ni

Ni estado ni derecho es un estado mediocre que no sabe resolver ni las contingencias sobrevenidas a base de cerrar los ojos, mirar para otro lado. No me vale ya el discurso presidencialista de Rajoy ni de Rubalcaba para convencernos de que la cosa está mal por cuestiones externas a su voluntad. Que se lo cuenten a su tía Tula y el que se lo crea que siga sintonizando con el teatro del absurdo made in spain. Me hacen sentir espectador de una representación dramática y sin embrago son ellos los que se escriben el guión. Guión sin reglas a lo que puede salir como las setas gente como el separatista catalán Mas que es el primero que ha dicho ni Estado ni Derecho en plan parvulito, en medio de la clase y pisando a sus compañeros.

Por lo tanto, como nadie tiene la culpa de nada y los derechos de las personas reconocidos en la Constitución no se respetan a no ser que fluya el euro, aun no he visto ni oído que el delito a reformar en el código penal sea el de malversación de fondos públicos multiplicando por cuatro su pena. El de tráfico de influencias, otro tanto, en definitiva meter un buen manojo de inútiles cargos públicos a la sombra como creadores de este Estado Ni Ni conmocionado y desesperado, con una justicia manejada por una Administración de Justicia manoseada indirectamente por los mismos que deberían ir a la sombra y un oligopolio policial que no admite sus fallos ni moderniza sus instituciones. ¿Entiende por qué nadie se mueve?

En definitiva la joven democracia española tiene tembleque. Le ha entrado el picudo, amigo.

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