641 euros

Estamos en crisis. Me doy cuenta cuando los políticos escurren el bulto. Ya no es sorpresa que el dinero público se gasta en juergas y cocaína con cobertura de papeles oficiales sin consecuencias ejemplares al saqueo que elimina del mapa el Estado de Bienestar. Hemos llegado a darle la espalda al causante y nos entretenemos con chismes. Podemos denominarnos víctimas conscientemente imprudentes. Vulgarmente, idiotas.
A Al Capone, gánster con prestigio no se lo pusieron tan fácil. Era un criminal, mafioso y un mafioso es para la sociedad lo que un corrupto en la política. Criminales tanto unos como otros. Estos nuevos criminales electos con una visión de los público novedosa, no disparan fusiles pero arruinan el futuro de otros muchos que ya no saben donde apuntan a dar. Como eso de la guerra es cosa de la memoria y ya no se lleva, la gente no aplaca sus controversias a paseillos y tiros en la nuca a extramuros de los cementerios pero hay que ver que paisaje tan desolador se atisba en nuestra desacraditada democracia parlamentaria.
No hay una base de opinión pública libre sobre política en Orihuela que salga a la palestra sin vinculaciones partitocráticas. Los pocos blogueros que nos atrevemos a darle a la tecla tenemos el sambenito. No quiero liarles con cuestiones politológicas que cuenten mi verdad sobre la situación actual y los visos de deriva que tocan la puerta. Hay un dato que me preocupa y se lo digo. Un país con salario mínimo legal de 641 euros no puede permitirse tener esperanza de acampar pagando el litro de combustible a precio bodega de Haro. Hay que tomar decisiones. Los encargados de tomarlas por nosotros no se dan por aludidos. Reza eso de porqué yo y no tú, a la hora de aflojar posiciones y conociendo lo blandos que somos esto da para muchos episodios.
Un dato objetivo que resulta impactante. Un país que conoce que unos políticos que gestionan lo público, flirtean con la alta costura, con las mieles del Olimpo, dándole al alcohol a la cocaína y a la juerga con euros de nuestros tributos y no se inmuta, dígame que quieren que diagnostiquen en sus previsiones las agencias de rating sobre nuestra credibilidad financiera y díganme que distinción existe con sus primos los ganster. La corrupción sale cara y no hacerle frente, mucho más. Y las aspirinas como la gasolina, por las nubes.
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