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Jesús Ruiz...desde Orihuela

Aborto

Aborto

Dice en nuestro código penal que el que matare a otro será castigado, por lo tanto en la lengua de Cervantes abortar no es matar aunque se fulmine vida humana. Formamos parte de una sociedad llena de ideales convulsos y éticas de ida y vuelta al gusto del consumidor con tal grado de contradicción en sus fundamentos que la palabra hipocresía no sirve para definir la chapuza intelectual. Criminalizamos conductas violentas o xenófobas por ir contra el orden social, con el pretexto de proteger bienes jurídicos al tiempo que podemos abortar como el que se extirpa una verruga fea y luego se pide una coca-cola. Por eso creo que quieren ensamblar sensibilidades antagónicas mezclando ortopédicamente lo legal, lo jurídico, lo ético y lo moral vulcanizándolo todo con la palabra tolerancia.

 

En la España de la tolerancia todo es posible bajo el manto del socialismo intrascendente que rezuma del Gobierno. Con el ministerio probeta de Aído y la corte de expertos unidireccionales reunidos para resolver la cuestión de los plazos, la futura madre podrá abortar sin más límite que el temporal y sin más sanción que la que le salga a cada uno del alma. Extirpar del útero un ser que coarta la libertad de la madre es lo más moderno que podemos llegar a ser en derechos humanos y la corriente radical feminista va en esa dirección dogmática. No entiendo de biología pero eso que se destruye en el potro del quirófano no es una verruga con piernas pues si se deja pasar el tiempo le pedirá a la madre un huevo kinder. Para evitar  remordimientos se adoptan expresiones neutras de plasticidad mecánica, denominando al aborto ive –interrupción voluntaria del embarazo-, cargándonos de un plumazo el interés que tenía la futura persona que tuvo la desfachatez biológica de hincar la placenta en el seno de la madre. Por lo tanto, aquí hay un serio conflicto de intereses. Los intereses de la madre y los intereses futuros del que no puede decidir por sí mismo pero su vida uterina está supeditada a la voluntad de la mujer gestante. Interés que se materializa en la decisión que el Estado español, a voluntad propia, ampliará a las adolescentes, otorgándoles esa capacidad jurídica que no tienen para practicar el sufragio para votar al concejal de sus sueños. Y por supuesto, como el Estado es muy padrazo, los padres recuperarán la patria potestad que en derecho y obligación les corresponde una vez consumada la limpieza uterina.

Hay quien defiende que el fin justifica los medios pero sin especificar los límites de esa idea, los judíos europeos solo estarían presentes en las fotografías del holocausto y los gulag soviéticos hervirían de vida occidental. Los espartanos despeñaban a sus recién nacidos por el pedregal si no nacían sanos para ser un guerrero. La razón de tal infanticidio tenía un fin, una justificación. Aceptar en el seno de su comunidad solo a los capaces de defender a capa y espada sus intereses en el campo de batalla. Nuestro campo de batalla es bien distinto formando por un desconcertante potaje de reformas legales moldeadas en el yunque legal de la eterna posibilidad, con el pretexto del avance social y el poder de la voluntad individual como razonamiento inmutable. La deshumanización que imprime tal culto a la individualidad se palpa en todos los sentidos y puestos a darle vueltas al torno, no se a que esperan a legalizar la eutanasia, le harían un favor a mucha gente que está hasta los huevos de haber nacido. Por eso creo que el individualismo necio nos aísla cada vez más y si nos descuidamos, nos extirparán legalmente sin que nos demos cuenta.

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