Con personalidad propia
Hay ciudades sin personalidad propia. Orihuela será una de ellas. Eso significa que posee algo eternamente suyo pero la escasa iniciativa privada y la desbocada intervención pública desaprovecha ese perfume urbano exclusivo que rezuma nuestra urbe. El tiempo pasa y perdona poco. Lo digo así porque no es posible apuntarse una visita histórica a la ciudad solo por dormir en el Tudemir. Tampoco acompaña el asunto observar la homogeneización que se observa en los bajos comerciales. Ya estamos observando que ante un descenso del gasto privado, las calles se desnudan del trasiego de gente que le da vida y cobertura.
Se hablaba mucho de Orihuela como un centro comercial abierto, y lo era. La ciudad se dinamizaba con sus productores y comercio que tenía lo que no tenía otra como hostales a zapateros, alpargateros, herreros, roperos, tenderos, barberos, cedaceros y todo el resto de actividades que la modernidad ha desechado para implantar esa homogeneidad de ciudad que da igual que estés en Orihuela que en Astorga. Tampoco es solución la ocupación de las zonas emblemáticas de firmas pudientes, Louis Vuitton, Cartier, Gucci, Armani, Valentino o Hermès-, aunque le den un aire internacional al entorno por la despersonalización que arrastra tras ellas.
Y no hay nada más triste que ver una calle principal salpicada de entidades bancarias, sin alternativas, sin dinamización. Imprimen al ambiente un aire hipotecado y de sumisión. Y es que Orihuela parece una ciudad de comerciantes de oportunidad vacía de emprendedores que diversifique la oferta y sepa atraer expectativas de negocio en el amplio abanico de la diversidad. Faltan alternativas que atraigan a la gente de la ciudad a su ciudad. No hay que pensar que para los que somos con lo que hay basta. No es ese el camino. Hay que generar la inercia que atrape a los visitantes y no los asquea. Nadie quiere entender que la gente se gasta una pasta en ir de turismo a las ciudades, a verlas. Pues si. Los que viven en los extrarradios van los fines de semana al centro y le dan vida. Nuestro centro histórico está desolado y eso la verdad que en verano o en invierno poco o nada atrae si es lo único que nos distingue de nuestros vecinos.
También se habla absurdamente de dinamizar la ciudad con ocio de discotecas, que no hay ninguna en Orihuela, para no tener que coger el coche, y tienen razón. No hay discotecas en Orihuela porque los empresarios no ven negocio en el asunto y al que la pone y se arriesga, lo arruinan. Hoy en día el propio oriolano y la ley autonómica con competencia en esos temas no las tolera en una ciudad como la nuestra, por lo que hay que olvidarse de la sala de fiestas urbana dinamizadora. Tampoco veo que la fiesta de moros aglutine, al contrario, por las controversias observadas.
Orihuela tiene personalidad propia pero nos esmeramos en nuestra casa y poco en hacer atractivo de verdad el patio de la vuelta de la esquina en el que todos hacemos sociedad y no hablo del locutorio del vecino, amigo.
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Publicado en el diario la Verdad del día 10
3 comentarios
Jesús Ruiz -
Adrian Ballester -
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