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Jesús Ruiz...desde Orihuela

No caerá esa breva Molt Honorable

No caerá esa breva Molt Honorable

Las comparaciones son odiosas sobre todo en cuestiones antagónicas pero en política cambia el asunto. Tenemos un escenario revuelto en el mundo anglosajón con dimisiones por un asunto que en mi país no se suceden ni pegando fuego al Sálvame hasta que esta misma tarde, mi colega de Valencia me ha llamado para que eligiese restaurante y día para pagar su deuda.

Mi amigo ha perdido la cena que nos apostamos el Domingo. Él, estadíticamente incrédulo con los valores utópicos de la moral política hispana, no veía una salida del Presidente del Consell. Camps se ha ido para sorpresa de sus enemigos. Su escenario es complicado y su agonía no termina en este acto. El pasado viernes el magistrado José Flors, instructor de la causa de los trajes en el Tribunal Superior de Justicia de Valencia, hizo temblar la hasta ahora férrea semblanza de Camps, pero el campo de batalla hay que prepararlo y limpiarlo de comandantes lisiados.

El Partído Popular no puede permitirse encarar unas elecciones con uno de sus pilares enfrascado en un proceso penal en el que pude estar inmerso la mayoría de electos españoles si el sistema de escuchas sitel se emplea a fondo y los jamones de pata negra llevasen cámara. Mi amigo, siguiendo la tónica hispana de el que se mueva no sale en la foto y tonto el que dimita, no se esperaba la escelente jugada del partído y la valiente por digna en nuestra política, dimisión del Molt Honorable. 

Con este nuevo escenario se activa el lanzallamas político. Les llega el limpiaparabrisas al Partído Socialista y con la goma bién sujeta al vidrio. Hay ya ruído de sables. Esto quiere decir que hay permiso para atacar el mundo multicolor  del Presidente Zapatero, las andanzas y desventuras de Alfredo P. Rubacaba, para los amigos.  

Mi amigo es politólogo de formación y profesión. Está desempleado desde que el Consell prescindió de estos profesionales por los tijeretazos al presupuesto. Yo le he dicho que no desespere que los políticos, como el resto de mortales, se acuerdan de Santa Barbara cuando truena y ahora precisamente amenaza tormenta. He doblado la apuesta y ha aceptado diciendo que no caerá esa breva. Ya les contaré.

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