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Jesús Ruiz...desde Orihuela

¿Sindicalismo en venta?

¿Sindicalismo en venta?
La razón de existir del sindicalismo se está aburguesando. Ahora los trabajadores se tienen que poner en guardia también mirando al corporativismo sindical. Esta sociedad que conocemos no hubiese sido tan justa en determinados aspectos sin el esfuerzo y trabajo de los trabajadores asociados en sindicatos; su cometido es actuar como un freno a los abusos del poder instituido. Todos parecen querer jugar al juego del poder político. Para una vez que hay excusas sociales de sobra para gritar a los cuatro vientos eso de que paren el mundo, que yo me bajo, da la sensación que aquí nada está pasando.
En tiempo de crisis la gente ha salido a la calle a reventarla, es lo único que les queda. Los sindicatos unas veces han conducido la protesta y otras simplemente se la han adjudicado. La histórica acción sindical para defender los intereses del empleado frente al empleador se desvanece como el humo y está sufriendo un periodo de reconversión. Perece que la teoría de los tres poderes de la que les hablaba el otro día va sumando integrantes. Los sindicatos tienen mucho poder movilizador y eso lo sabe el Gobierno. Al político le cuesta poco saber las intenciones privadas del sindicalista de altura que por lo corriente son de altas prestaciones.
Dependiendo de la escala a la que se esté hablando, los deseos privados del representante sindical van desde el disfrute de reconocimiento de sus compañeros por los objetivos conseguidos a simplemente subirse al tren a ver lo que se le puede sacar al maquinista.
Donde más inyecciones de utopía se deben de inocular es en el del pensamiento sindical al tender a la corrupción de sus fines con asiduidad distrayendo el por qué y para quién se está trabajando. Al sindicalista prostituido, ese que es capaz de vender a su madre, cualquier razón es buena para usar al sindicato de trampolín porque sabe bien que la gente con buenos principios por lo general, no quiere líos y prefiere trabajar y tragar polvo que ajustarle las cuentas al conocer la cuenta de resultados.
Al sindicalista con aspiraciones políticas le basta con trajinarse las aperturas de puertas por donde tiene intenciones de entrar. El político lo sabe y ambos flirtean y se sonríen. Pero lo evidente es ahora preguntarse: ¿Donde coño están los sindicatos ante la ruina que se avecina?
Cuando los franceses revolucionarios perseguían las primeras trazas de las libertades que ahora malvendemos, no sabían si esa temprana mañana del mil ochocientos iban a morir o triunfar a manos de una trifulca con las tropas del orden. Hoy en día casi nadie se mueve si no ve un claro beneficio, lo que lleva a mucha gente a pensar por norma general que el sindicalista, como buen empresario, busca maximizar su propio beneficio.
Por lo tanto, en este inicial periodo de decadencia socioeconómica y crisis de argumentos válidos, me pregunto, sindicatos, ¿dónde estáis? Sindicalistas, ¿qué hacéis? Visto lo visto, da la sensación que Zapatero se ha reconvertido a sindicalista y los sindicatos sueñan con ser gobierno. En fin, lo que les decía, el mundo al revés.

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